ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para el 3 de octubre

Un Pueblo Santo

Versículo Clave: “Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”
– 1 Pedro 1:15,16.

Escritura Seleccionada:
1 Pedro 1:1-25.

EN ESTA EPISTOLA, Pedro se dirige a los hermanos que andaban dispersos por diversas partes del Imperio Romano y a todos los verdaderos seguidores del Señor a lo largo de la presente Edad del Evangelio. Los creyentes que han sido santificados por el poder del Espíritu Santo, si obedecen a la voluntad de Dios, tienen la gran esperanza de obtener una recompensa celestial y ser asociados con Cristo en su Reino para bendecir a la familia humana. Con esta perspectiva, tendrá un efecto estimulante en todos los santos como se ha dado la providencia del Padre Celestial, guía y protector de sus vidas – 1 Pedro 1:1-5.

“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” – 1 Pedro 1:6,7.

Luego, Pedro considera los beneficios actuales de nuestra relación con el Señor, aunque literalmente no lo vemos, a través del ojo de la fe experimentamos su presencia. Por lo tanto, debemos tener plenitud de gozo, seguros, con la convicción que él desea bendecir y fortalecernos en nuestro caminar – 1 Pedro 1:8.

“Obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas” – 1 Pedro 1:9. Aunque veremos a Cristo cuando nuestra liberación de esta esfera terrestre sea completa, el último propósito de nuestro llamado no se relaciona simplemente a la recompensa de la Naturaleza Divina que se le dará a los miembros fieles del cuerpo de Cristo, sino también a la labor de restauración de la humanidad a la perfección y relación con Dios (1 Corintios 15:22,23).

También estamos seguros de que podemos reverente y sobriamente acercarnos al Padre en oración porque nos ha rescatado de nuestra condición pecadora anterior por la provisión de Cristo en rescate por nosotros (1 Timoteo 2:6).

Los profetas del Antiguo Testamento profetizaron en las Escrituras acerca de los sufrimientos de Cristo y las glorias que seguirían al completarse su iglesia. “Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” – 2 Pedro 1:10,11.

Nuestro versículo clave pone en relieve la necesidad de vivir con rectitud, de dejar de lado las obras de la carne (Gálatas 5:17-21), alcanzar la santidad de pensamiento, palabra y obra, reconociendo que el Señor aceptará nuestro esfuerzo para lograr este objetivo. Debido a nuestras debilidades heredadas, no podemos actuar en una forma perfecta.

Si hemos sido llamados por Dios para estar en el Reino, en el cual reinaremos con Cristo para bendecir a la familia humana, debemos ser transformados mediante la renovación diaria de nuestra mente, alimentándonos de la Escritura, caminando en nueva vida, reuniéndonos con otros creyentes, orando por la gracia necesaria y manifestando obediencia a los principios de justicia.

“Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” – 2 Corintios 7:1.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba