ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para el 6 de junio

Dios llama a Moisés

Versículo Clave: “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel”
– Exodo 3:10.

Escritura Seleccionada:
Exodo 2:23 – 3:12.

INICIAMOS ESTE NUEVO TEMA con una mirada a la preparación de quien sería usado por Dios como el libertador de su pueblo. Podemos ver la mano de Dios en la vida de Moisés desde el momento de su nacimiento. La nación de Israel estaba en la esclavitud ante los egipcios, había crecido en número y había prosperado como pueblo. José y toda la generación de israelitas vinieron a Egipto para escapar de la hambruna que los habría matado – Exodo 1:6.

Mientras estas cosas sucedían, un nuevo faraón empezó a reinar que no conocía a José como la cabeza de los hijos de Israel. Ante el temor al pueblo de Israel, emitió un decreto por el que todos los hebreos que nacieran varones fueran asesinados. La madre de Moisés lo escondió, pero cuando ya no podía hacerlo lo puso en una cesta en el río. Después de haber sido encontrado por una empleada doméstica de la hija de Faraón, este niño sería adoptado y criado en la casa real. Es así que Moisés se crió bajo la protección del gobierno egipcio, “Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras” – Hechos 7:22.

Después de crecer hasta la edad adulta, Moisés se identificó con Israel, pero no fue así entre sus hermanos. Pronto esta circunstancia llegaría a resentirlo. Esto sirve para recordarnos a Cristo, “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11). Al ver que un egipcio golpeaba a un hebreo, Moisés lo mató. Luego por temor a Faraón que deseaba matarlo, huyó a la tierra de Madián.

Ahora estaba morando en esta tierra gentil rechazando a su propio pueblo y tomando una esposa. Parecía como si todos sus años de educación y formación habían sido en vano. Habitaría como un humilde pastor durante cuarenta años, aprendiendo una lección de humildad y plena sumisión a la Voluntad Divina. Fue una severa lección para aprender, pero ayudaría a preparar a Moisés para su trabajo futuro. Mientras tanto, el rey de Egipto murió y los hijos de Israel clamaron a Dios por causa de su esclavitud. Había llegado el momento para que llamara a Moisés para ser el instrumento utilizado en la liberación de su pueblo.

Un día, mientras estaba cuidando su rebaño, tendría una experiencia que cambiaría para siempre su vida. “Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía” (Exodo 3:2). La mayoría de los hombres habrían huido al ver esto, pero Moisés subió a verlo mas cerca; utilizando su conocimiento del terreno, lo cual sería una gran ventaja más adelante como líder de Israel por el desierto. Entonces él escuchó, “No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios” – Exodo 3:5,6.

Dios le recordó su pacto especial con Abraham, que asimismo había visto la aflicción de su pueblo y que el momento de su liberación había llegado. El Señor llamó a Moisés y aunque él dudaba, en su humilde dignidad, podría estar seguro, “Ve, porque yo estaré contigo” – Exodo 3:12.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba