ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para el 25 de abril

Ofreciendo Nueva Vida

Versículo Clave: “Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a nosotros”
– Hechos 9:38.

Escritura Seleccionada:
Hechos 9:32-43.

HABIENDO RECIBIDO EL ESPIRITU SANTO en el día de Pentecostés, los doce apóstoles (antes de la selección de Pablo) estaban imbuidos de varios “regalos” del Espíritu Santo, dados por Dios durante un tiempo limitado para que la autoridad de los apóstoles pudiera establecerse como recibida directamente de Dios. Una vez que los apóstoles durmieron en la muerte, estos dones ya no fueron necesarios. Otro de los fines para lo que servirían estos ‘regalos’ sería para ilustrar los acontecimientos futuros en el Plan de Salvación de Dios para la humanidad. Este es el enfoque de la lección de hoy.

Cuando el apóstol Pedro pasaba a través de las regiones de Palestina, iba predicando el Evangelio de Cristo, vino un grupo de creyentes que residían en Lida. Entre el grupo estaba un hombre llamado Eneas, que había estado postrado en cama con parálisis durante ocho años. “Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó” – Hechos 9:34.

Anteriormente, en Hechos capítulo 3, Pedro tuvo la ocasión, después de la curación de un cojo, señalar que este milagro de curación y restauración finalmente se produciría para toda la humanidad durante los “tiempos de la restauración de todas las cosas” (Hechos 3:21). En esta oportunidad, Pedro habló de la gran obra del futuro Reino de Cristo, en el que Adán y todos sus descendientes serán restaurados a la perfección del cuerpo, la mente y el carácter que gozaron nuestros primeros padres en el Jardín del Edén, antes de que cayeran en el pecado. La curación de Eneas por Pedro, era una forma similar a las bendiciones que se producirán en el Reino. La curación de la enfermedad en el Reino de Cristo fue profetizada en el Antiguo Testamento. Hablando de ese día futuro, el profeta Isaías había dicho: “No dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad” – Isaías 33:24.

Nuestra lección continúa con el relato de una mujer que vivía en Jope de nombre Tabita, también llamada Dorcas, una creyente en Jesús, conocida por sus buenas obras (Hechos 9:36). Lamentablemente, cayó enferma y murió. Los discípulos de Jope sabían que Pedro estaba cerca, así que enviaron por él para que viniera a verlos, como se indica en el versículo clave. Cuando Pedro llegó, de inmediato lo llevaron a la sala, donde habían colocado el cuerpo de Tabita. Pedro tiene que haber sido tocado emocionalmente cuando vio tantas personas llorando juntos y recordando todas las buenas obras que había hecho a favor de los hermanos (Hechos 9:39). El relato continúa, “Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó. Y él, dándole la mano, la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva” – Hechos 9:40,41.

Al igual que la curación de Eneas y la resurrección de Tabita, además de ser una maravillosa bendición, fue una ilustración de la gran obra en el Reino de Cristo, el levantar a toda la humanidad de la muerte. Jesús mismo lo había prometido, cuando dijo: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:28,29). ¡Cómo anhelamos ese glorioso día!



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba