ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para el 4 de abril

Sufriendo hasta la muerte

Versículo Clave: “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró”
– Lucas 23:46.

Escritura Seleccionada:
Lucas 23:32-46.

NUESTRA LECCION DE HOY se centra en torno a la crucifixión de Jesús. El relato de Lucas 23:32,33 dice que Jesús fue crucificado entre dos “malhechores”, uno a cada lado. Tal vez los enemigos de Jesús querían distraer la atención de su injusticia y mostrar una forma de justicia o simplemente quisieron humillar a Jesús, haciendo de él un compañero de dos ladrones. De cualquier forma que fueran sus razones, las Escrituras nos dicen que todo esto fue revocado por Dios para mostrar simbólicamente que al morir Jesús estaba tomando el lugar de Adán, quien había pecado y era un “malhechor” ante los ojos de Dios. Isaías habla proféticamente de Jesús cuando escribe: “Y fue contado con los pecadores” (Isaías 53:12).

Los que clavaron a Jesús en la cruz no estuvieron satisfechos por el hecho de hacerlo. También lo humillaron públicamente. En primer lugar, lo despojaron de sus ropas y echaron suertes para ver quien tomaría posesión de ellas. No se daban cuenta que una vez más, estaban haciendo lo que se había profetizado. El salmista dijo, “Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes” (Salmo 22:18). Luego procedieron a burlarse diciendo: “A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS” (Lucas 23:35-38). Por supuesto, Jesús no se inmutó por esta humillación. Sabía que si era la voluntad del Padre, su gran poder podría ser usado para detener todo esto. Sin embargo, la hora de su sufrimiento y muerte había llegado, Jesús humilde y obediente, cumplió todo lo que estaba profetizado. “Como cordero fue llevado al matadero” – Isaías 53:7.

Los dos malhechores estuvieron concientes acerca de quien era Jesús. Uno de ellos arremetió contra él, diciendo: “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros” (Lucas 23:39). Evidentemente, su deseo egoísta era que Jesús usara su poder (del que sin duda había sido testigo) para salvarse, pero al decir ‘nosotros’, lo más importante era que se salvaran todos. Sin embargo, el otro malhechor tenía una disposición diferente, “Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” – Lucas 23:40-42.

La petición del segundo malhechor para que Jesús lo recordara cuando viniera en su reino no pasó desapercibido para el Maestro. Jesús le prometió que lo recordaría cuando su reino fuera establecido en la tierra, en el futuro. Dijo: “… estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). Por lo tanto, después de haber cumplido todas las cosas, nuestro versículo clave dice que la vida humana de Jesús terminó y su “espíritu” o aliento de vida, regresó a Dios.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba