ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para el 21 de Febrero

Isaías responde al llamado de Dios

Versículo Clave: “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí”
– Isaías 6:8.

Escritura Seleccionada:
Isaías 6.

DIOS USÓ AL PROFETA ISAIAS para denunciar la conducta pecadora de los Israelitas, también para exhortarlos hacia el arrepentimiento y la renovación. Como no pusieron atención a estos mensajes, le fue dada a Isaías una visión profética en la cual la majestad, el poder y santidad de Dios serían revelados en un momento en que la tierra entera sería llena de su gloria – Isaías 6:1-3.

La atmósfera circundante que se manifestaba en la presencia Divina y angelical contenida en esta visión estremeció los quiciales de las puertas del templo y creó un sentido de temor mientras Isaías consideraba esta escena. Isaías reconoció su imperfección e insuficiencia para describir la gloria Divina, uno de los serafines se le acercó con un carbón encendido tomado del altar para curar sus labios. Así, en una manera simbólica, fue habilitado con el poder de la elocuencia más allá de su propia capacidad natural para que pudiera hablar de una manera firme como si Dios lo hiciera personalmente – Isaías 6:4-7.

Nuestro versículo clave describe la respuesta afirmativa de Isaías al mandato de Dios ofreciéndose voluntariamente para proclamar su mensaje desde el cielo al pueblo de Israel. Isaías fue llamado para declarar la palabra del Señor a los judíos que tenían una relación de Pacto con Dios y que como nación lo habían rechazado – Isaías 6:9,10.

En un sentido más alto y en un nivel profético, Isaías representó a Cristo quien se refirió a esta visión como está registrado en el Nuevo Testamento – Juan 12:38-41.

Isaías fue comisionado para continuar predicando sobre el juicio del Señor a pesar que la gente endurecía sus corazones y no cambiaba su manera de ser (Isaías 6:11-13). De manera similar, a través de Cristo, Dios envió un mensaje de gracia y una invitación a los humildes de Israel para que acepten el privilegio de ser discípulos y compartan acerca de su Reino para bendecir a la familia humana.

Un número comparativamente pequeño de esa nación elegida aceptó la oportunidad de convertirse en el núcleo de su iglesia en la Edad del Evangelio. “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí, vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me veréis, hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor” – Lucas 13:34,35.

Sin embargo, la gran comisión de llevar adelante el mismo mensaje de la gracia y las bendiciones del Reino glorioso de Cristo continúan siendo proclamadas en la tierra por sus seguidores. “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús” (Hebreos 3:1). Si somos fieles tomando como ejemplo al Maestro y atestiguando la verdad de la Palabra de Dios, con seguridad podemos tener la esperanza de estar unidos con él en la gran labor de traer a la humanidad a la resurrección. “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” – 2 Timoteo 4:7,8; Isaías 35:5-10.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba