DOCTRINA Y VIDA CRISTIANA |
Yo soy el camino
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” |
CUANDO JESUS HIZO esta declaración, dio a entender que sus discípulos deberían seguirlo en una forma diferente de como marcha el mundo. Esta distinción es mencionada por nuestro Señor Jesucristo en Mateo 7:13,14 cuando dijo: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella”. Continuó diciendo, “porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
En la frase “Yo soy el camino”, Jesús estaba hablando acerca de su preparación en el río Jordán (bautizo) y culminado en la cruz. El Apóstol Pablo en Hebreos 10:20 lo identificó como “el camino nuevo y vivo que él nos abrió”, a través de la sangre de Jesús y que a veces se le menciona como ‘el camino de la cruz’. Esta es la única forma disponible que conduce a la vida y no hay otra manera de llegar al Padre sino por el camino de la cruz de Cristo.
EL CAMINO ANGOSTO ESTABLECIDO
Es cierto que los judíos por un periodo de tiempo se acercaban a Dios a través de la Ley de Moisés, sin embargo, este acuerdo no conducía a la vida porque no podían cumplir con las condiciones y requisitos de esa ley. De hecho, cuando Jesús abrió el “camino nuevo y vivo”, ellos como nación lo rechazaron. Sólo unos pocos creyeron, se convirtieron en hijos de Dios y entraron de esta forma en Pentecostés (Juan 1:11,12). Unos años después, el Señor se volvió hacia los gentiles para tomar de ellos un “pueblo para su nombre” (Hechos 15:14). Hoy, cuando nos acercamos al final de la Edad del Evangelio, en los últimos días de la cosecha, esta nueva forma de vida sigue disponible. Se han encontrado a muchos recorriendo felices este camino y pueden dar testimonio de grandes bendiciones, satisfacción espiritual y paz en su mente como resultado de esta decisión. Qué bendición tan grande y nos alegramos porque esto sigue abierto para todos los que desean hacerlo.
“El camino” es una expresión interesante. Los primeros cristianos fueron llamados los de “el camino”. La palabra griega traducida como “el camino” en nuestro texto se entiende como una carretera, lo que implica el progreso en un viaje hacia un destino específico. Los que se ajustan a este pensamiento son aquellos que están siguiendo los pasos del Maestro.
Los primeros seguidores del Maestro no fueron llamados cristianos hasta después de la conversión de Pablo. En Hechos 11:26, se nos dice que fueron llamados “cristianos” en Antioquía. Observe que no fueron llamados “Estudiantes de la Biblia” en ese momento, porque no tenían la Biblia como la tenemos hoy. Las epístolas y los registros del Evangelio del Nuevo Testamento fueron escritos en su mayoría mas adelante, durante el ministerio de los apóstoles y las iglesias se establecieron mucho antes de que se beneficiaran con las diversas cartas que les enviaron. Incluso en esos momentos existieron muy pocas posibilidades para el estudio individual de las copias de estas cartas porque eran escasas y más bien se leyeron a las iglesias. Sin duda, muchos de los hermanos tomaban notas y podían escribir como a menudo lo hacemos hoy para que podamos estudiar estas importantes verdades.
La iglesia primitiva dependía en gran medida de los libros, “la ley y los profetas” (Hechos 13:15) del Antiguo Testamento y existían muy pocos ejemplares disponibles. Luego, la instrucción doctrinal y espiritual de los hermanos vino en gran medida a través de la enseñanza oral de los apóstoles y maestros que fueron ordenados en todas las iglesias.
EL CAMINO DE LUZ Y VERDAD
Antes de la conversión de Saulo de Tarso, los discípulos eran conocidos como los de “el camino”. En Hechos 9:2, Saulo utiliza esta expresión cuando trata de llevar presos a Jerusalén a algunos que estaban siguiendo “El Camino”. Jesús usó esta expresión muchas veces refiriéndose a sí mismo. Encontramos una referencia en Marcos 10:52, cuando Jesús restauró la vista de un ciego, “Y enseguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino”. Esta ha sido la experiencia de cada uno de los seguidores de los pasos del Señor. Recordamos el himno que dice: “Yo era ciego, pero ahora puedo ver, la Luz del mundo es Jesús”. Que bendito día en nuestra vida cuando el Señor nos quitó la ceguera y empezamos a caminar en la luz de Jesús, en “el Camino”.
Este camino es “El Camino de la Verdad”. En el Salmo 119, tenemos un hermoso testimonio de David que expresa el sentimiento del corazón en todos aquellos que andan en el Camino. Observe que la expresión “el camino” se utiliza en estos versículos. “Bienaventurados los perfectos de camino,
Los que andan en la ley de Jehová… Escogí el camino de la verdad;
He puesto tus juicios delante de mí. Me he apegado a tus testimonios;
Oh Jehová, no me avergüences. Por el camino de tus mandamientos correré, Cuando ensanches mi corazón. Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, Y lo guardaré hasta el fin” (Salmo 119:1,30-33). Este es el espíritu de nuestra consagración y significa que no sólo debemos conocer la verdad, sino ser “hacedores de la palabra” (Santiago 1:22), guardando los mandamientos del Señor hasta el final del camino.
LA ESPERANZA DE ESTE CAMINO
Cuando Jesús dijo: “Yo soy el camino”, quiso decir que el Alto Llamado de Dios sólo podía alcanzarse siguiendo los pasos de Nuestro Maestro. Esta frase describe un camino difícil, accidentado y estrecho, que conduce a la vida inmortal en el reino celestial. También nos conduce a la maravillosa oportunidad de compartir con Nuestro Señor glorificado, la administración de la etapa terrenal de su reino, el mejoramiento y la bendición de todas las familias de la tierra – Génesis 22:18.
Así, estos dos incentivos están siempre delante de nosotros en este camino, la esperanza de la naturaleza Divina, siendo hechos como nuestro Señor, viéndolo como él es y la labor de bendecir a todas las familias de la tierra. Esto es lo que el apóstol Pablo habló en el capítulo 6 de Hebreos, versículo 19, cuando dijo: “La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo”. ¿Lo que fue el lienzo en el Tabernáculo típico, representa nuestras esperanzas? Fue el contenido del Arca de la Alianza, la Vasija de Oro del Maná, la inmortalidad; la vara de Aarón, la autoridad Divina, y las tablas de la Ley, la Nueva Alianza.
LECCIONES DE ELIAS Y ELISEO
Nuestras esperanzas abarcan tanto la fase celestial como la terrenal del Reino. Estos dos aspectos de nuestro llamado son ilustrados en una de las experiencias de Elías y Eliseo, registrada en 2 Reyes 2:1-8. “Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal. Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el. Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad. Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó. Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad. Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos. Y vinieron cincuenta varones de los hijos de los profetas, y se pararon delante a lo lejos; y ellos dos se pararon junto al Jordán. Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco”.
En estos eventos Elías representa a nuestro Señor Jesús, Eliseo a la iglesia y nos proporcionan una lección fundamental acerca de nuestro llamado de Dios. Aquí vemos a Elías siendo enviado por el Señor a Betel, Jericó y el Jordán, justo antes de ser separado por un carro de fuego y llevado en un torbellino. El significado de Bethel es “la casa de Dios” y sin duda nuestro Señor Jesús tenía un gran deseo y esperanza de estar con su Padre en el Reino Celestial. Esta perspectiva fue una de las grandes alegrías que él esperaba e hizo posible que soportara la cruz. Elías fue enviado a Jericó (2 Reyes 2:4). En la Biblia, Jericó representa el mundo, la humanidad. Sin duda, otra de las grandes alegrías de nuestro Señor fue la perspectiva de venir al mundo como la simiente de la promesa, para finalmente bendecir a todas las familias de la tierra.
Por estas dos esperanzas, relacionadas tanto con lo celestial y lo terrenal de las fases del reino, Jesús tuvo que ir también hacia el Jordán (2 Reyes 2:6). Las Escrituras muestran claramente que la sal y las aguas tóxicas del bajo Jordán, por debajo de Galilea, hacia el Mar Muerto, representan la maldición sobre la humanidad como en la situación del Mar Muerto, muertos en Adán. Cuando Jesús vino al Jordán y fue bautizado por Juan, él estaba pensando en el hecho de que tres años y medio más tarde, en la cruz, sería el medio y que por el mérito de su sangre ‘golpearía el Jordan’ – golpeando la maldición de los rostros de todas las personas. En esta imagen, el manto de Elías fue usado para hacer la herida. De acuerdo con la Versión Estándar Revisada (2 Reyes 1:8) su manto fue de pelo de ovejas o cabras y parecería representar el mérito del sacrificio de Cristo que se aplica por primera vez en nombre de la iglesia al comienzo de la Edad del Evangelio, la iglesia está representada por Eliseo en este caso.
Se menciona a otra persona golpeando el Jordán como se lee en 2 Reyes 2:14 y utilizando el mismo manto. Eliseo aquí, parece representar el Cristo, glorificado, como la segunda rociada, el mérito se produce en nombre de la clase de Jericó, el mundo de la humanidad. Recordamos como Eliseo, después de golpear el Jordán, cruzó y se purificaron las aguas de Jericó; en el versículo 21, leemos: “Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad”. Este es un panorama hermoso del Reino.
CONSIDERANDO EL CAMINO
Vamos a considerar el propósito de nuestra referencia a los ocho primeros versículos de 2 de Reyes, capítulo 2. En cuanto a cada uno de estos tres lugares, Elías dijo a Eliseo: “Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el… quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó … porque Jehová me ha enviado al Jordán”. Nuestra primera impresión podría ser que Elías no quería que Eliseo fuera con él cuando le dijo: ‘quédate aquí’. Esto no fue para todos. La palabra hebrea traducida aquí como “quedarse” significa “siéntate” y reflexiona, examina con cuidado si quieres ir conmigo o no. Elías sabía que el camino a través del desierto era accidentado, estrecho, sinuoso y los peligros se encontraban a cada instante, por eso quería que Eliseo determinara sus decisiones con su propia reflexión sin ningún tipo de coacción. En cada oportunidad, Eliseo dijo a Elías: “Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré”. Piense en la alegría que sintió Elías cuando Eliseo le respondió con tanto entusiasmo.
Del mismo modo, nuestras esperanzas son las mismas como nuestro Maestro. Somos llamados a ser coherederos con él en el reino del Padre. Queremos ir a Bet-el, para estar con nuestro Señor y ver como él es. También queremos ir a Jericó y darnos cuenta de la gran alegría por disfrutar de las bendiciones a la humanidad, secándose las lágrimas de todos los rostros y magnificando el nombre de nuestro Dios en toda la tierra. Estas esperanzas se harán realidad si estamos dispuestos a ir con él al Jordán en consagración y por fe en la sangre preciosa de Cristo, se levante la condena de Adán, a una vida nueva en Cristo.
Esta es una consideración muy importante y el Señor quiere que nosotros estemos “sentados” y comprendamos ese costo. Él quiere que consideremos cuidadosamente al seguir sus pasos. La decisión debe ser enteramente nuestra. Sin duda trae mucha alegría a nuestro Padre Celestial y a nuestro Señor y Maestro, cuando después de examinar las dificultades, los peligros desconocidos y el sacrificio, nuestra decisión hecha con entusiasmo, le dice a nuestro bendito Maestro: “No te dejaré”.
EL SEÑOR ESTA CON NOSOTROS EN EL CAMINO
En la actualidad estamos viajando por el camino solitario y estrecho a través del desierto en este perverso mundo, hacia esas maravillosas esperanzas que recibiremos más adelante. Nuestro Maestro está con nosotros, porque ha prometido, “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). Es verdad, él se ha apoderado de nosotros con su mano derecha y nos muestra el camino día a día, lo escuchamos hablar a través de su Palabra, diciendo: “Este es el camino, andad por él” – Isaías 30:21.
‘Este es el camino’, aquí tenemos esas palabras nuevamente. Para muchos del pueblo querido del Señor es de hecho un camino solitario, de acuerdo a la carne. No tenemos comunión real con el mundo. Muchas de las personas del Señor están dispersas, siendo aisladas y con pocas oportunidades para la comunión con los demás, los de “una fe preciosa”. Sin embargo, recordemos que nunca estamos verdaderamente solos. El Señor está con nosotros constantemente y la luz de su rostro brilla sobre nosotros, iluminando nuestro camino, no importa cuán aislados o solos podamos estar. Debemos permitir que la luz brille en nuestras vidas, la misma que es una bendición, influencia justa y ejemplo para quienes nos rodean. Si estamos sirviendo fielmente a Dios, aunque sea sólo en nuestro propio círculo, no vamos a tener tiempo para estar solos hasta el punto de desalentarnos. Sabemos que esto es cierto, ya que lo hemos presenciado en tantos fieles seguidores de Cristo en el pasado.
UN EJEMPLO DE FIDELIDAD
Un ejemplo tuvo lugar hace muchos años. Había una hermana en Cristo, de edad avanzada, que estuvo internada en un asilo de ancianos durante muchos años. Estaba casi totalmente sorda y muy mal de salud. Hermanos habían mantenido un estrecho contacto con ella a través de correspondencia, ya que el lugar donde estaba era muy aislado y podía ser visitado esporádicamente por estar a gran distancia. Para la hermana la escritura le era muy difícil, pero las cartas que había escrito eran de una hermosa expresión, de una hija consagrada a Dios. En una ocasión especial, tuvieron la oportunidad de ir a visitarla y al hacerlo recibieron una bendición muy grande. El relato de su visita es el siguiente: “Cuando entramos en el hogar de ancianos, ella no sabía que íbamos a llegar, preguntamos donde estaba su habitación y nos dirigimos hacia el ala mas grande de la casa. Todas las habitaciones daban a un gran salón donde se reunían las personas para ver televisión, leer revistas y conversar. En un extremo de esta sala, encontramos a esta querida hermana, con su silla especial, una mesa junto a ella con su Biblia y muchos pequeños folletos de la Verdad, dedicándose a dar testimonio de lo que leía a cualquiera que quisiera escucharla. Cuando testificaba de la Verdad en ese lugar, pedía ser transferida a otra área donde daba testimonio a los demás”.
¡Qué ejemplo tan glorioso! Es cierto, ella estaba sola, pero no se desanimó, porque estaba ocupada sirviendo, alabando y glorificando a Dios. Jesús, también tuvo experiencias similares. En Getsemaní, muy contento se habría sentido si sólo uno de sus discípulos se hubiera quedado con él, pero todos ellos se quedaron dormidos. Vamos a esforzarnos, como discípulos del Señor, no vamos a “dormirnos” con nuestros hermanos. Hay quienes necesitan nuestra comunión y aliento, así el Señor nos bendecirá por nuestra fidelidad.
MUCHOS ASPECTOS DE ESTE CAMINO
Jesús dijo: “Yo soy el camino”. A veces un camino de soledad. Más se trata de un camino de paz. Es un camino de gran regocijo y alegría. Es también un camino de sacrificio. Es un camino de paciencia y sufrimiento. Es un camino de devoción y servicio a nuestro Dios. No hay mayor aspiración que servir a Dios, quien nos provee lo necesario en este lado del velo. Se trata de un camino de humildad, porque este gran tesoro que tenemos está aún en este vaso de barro. “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos” – 2 Corintios 4:7-10.
Tenemos que entender la gran responsabilidad que tenemos hacia nuestros hermanos, todos juntos tratando de servir al Señor. Si ponemos nuestra vida por nuestros hermanos, el Señor lo acepta como si lo hiciéramos por él. Si desatendemos o criticamos a nuestros hermanos, hablamos mal o causamos divisiones entre ellos, el Señor lo toma como que también se lo estamos haciendo a él. Tenemos que pensar muy seriamente en esto y usar nuestros esfuerzos para sanar cualquier herida que pudiera haber ocurrido en el cuerpo de Cristo. “Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado” (Hebreos 12:12,13). La carne utilizará cualquier oportunidad para afirmarse en nuestras vidas, pero hay que mantenernos alejados, permitir que nuestra relación con el Señor y nuestros hermanos sea controlada con el mayor nivel de una nueva criatura.
El camino cristiano es un camino difícil y angosto. Jesús dijo, “angosto es el camino” y pocos son los que lo encuentran. Los seguidores verdaderamente consagrados al Señor lo han encontrado, pero si tratamos de hacer este camino de alguna manera ancho lo perderemos. Los términos y condiciones de este camino estrecho están ya previamente establecidos, no se pueden ajustar para que se adapten a nuestra forma de pensar. Pablo nos da estas palabras sobre ‘el camino’ que hemos elegido. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” – Romanos 8:28-30.