Cristo como Líder

Versículo Clave: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”
– Hebreos 12:2

Escritura Seleccionada:
12:1-13

SE HA DICHO QUE UN BUEN líder conduce con el ejemplo. Esto es especialmente cierto si tenemos en cuenta a nuestro Señor Jesús. Su vida es ejemplo como cabeza de un guía, cuya capacidad de conducir quedó demostrada a un gran costo. Recuerde las palabras: “Jehová es mi pastor” (Salmo 23:1). Dios es “pastor” en el sentido más amplio de la palabra y nombró a Jesús como el ‘Gran Pastor’ de todo el rebaño. Como nuestro pastor, quien conduce sus ovejas por “sendas de justicia”, cuando pasan “por el valle de sombra de muerte” – Salmo 23:3,4.

En este hermoso Salmo, se establece el maravilloso arreglo que existe entre el pastor y su rebaño. Vela por ellas, utiliza a su personal para orientación y esperanza, protegiéndolos, especialmente del Adversario, Satanás. El deseo de su rebaño es que la bondad y la misericordia permanezca con ellos cada día, haciendo que “todas las cosas les ayuden a bien” (Romanos 8:28). El pastor continúa en su atención hacia ellos, hasta que como fieles seguidores de sus pasos, ingresen en la condición gloriosa al final de su viaje. Para que esto sea una realidad, los seguidores deben “ser hechos conforme a la imagen de su Hijo” – Romanos 8:29.

Sabemos que esta relación ha sido posible gracias al sacrificio de su vida por sus ovejas y entregándose a sí mismo en rescate por todos. Nuestro Señor pronunció estas palabras con referencia a sí mismo, “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11). Esto se muestra en el versículo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Fue su deseo ofrecer su vida, siendo obediente hasta la muerte, muerte de cruz.

Otro aspecto importante de esta lección es que las ovejas escuchan y conocen la voz del pastor, voluntariamente y con mucho agrado le siguen. “Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños” (Juan 10:4,5). Esto implica una vida llena de pruebas y experiencias que involucran alegrías y penas. Así como el líder compasivo quien se había ido adelante a preparar el camino, Jesús fue una expresión viva del amor del Padre. A través de toda su experiencia demostró que, “El amor es sufrido, es benigno” (1 Corintios 13:4). También da a su seres queridos la garantía cuando se presentan pruebas, “pero confiad, yo he vencido el mundo” – Juan 16:33.

Esta lección nos revela como el Padre recompensa la fidelidad y la obediencia, él desea recordar a sus hijos como un ejemplo la mansedumbre, paciencia y sufrimiento de Cristo, “quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2:23). ‘Él está sentado a la diestra del trono de Dios’. Jesús estuvo entregado al servicio de su Padre por causa de la verdad y la justicia. En nuestro propio caso, también debemos soportar fielmente hasta el final, caminar gustosamente en sus pasos, teniendo las mismas experiencias “para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Hebreos 12:3) “ Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” – Filipenses 2:5.