LECCIONES DE ESTUDIO DE LA BIBLIA INTERNACIONAL

Cristo como Redentor

Versículo Clave: “y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención”
– Hebreos 9:12

Escritura Seleccionada:
Hebreos 9:11; 10:18

EL ACUERDO QUE EXISTÍA entre nuestro Padre Celestial y la nación de Israel requería que los sacerdotes ofrecieran sacrificios el Día de la Expiación. El relato nos dice que un buey joven sería usado para la expiación, luego de ser sacrificado, su sangre se rociaría en el propiciatorio. Aarón, el sumo sacerdote, esparciría aquella sangre con su dedo por siete veces hacia el propiciatorio. Para todo esto, Aarón seleccionaría, “dos machos cabríos para expiación, y un carnero para holocausto” – Levítico 16:3-19.

Estos sacrificios fueron una parte importante del pacto entre Dios y su pueblo, sin embargo, no podrían limpiar la maldición del pecado Adámico y la muerte. La repetición anual era necesaria para mantener la limpieza del pueblo y su pacto con Dios. Aunque estos sacrificios no tenían un mérito real, su finalidad era esperar los “bienes venideros” – Hebreos 9:11.

En el Antiguo Testamento, la palabra expiación es la palabra en español utilizada para traducir las palabras hebreas que significan cubrir, cubiertas o cobertura. Las ofrendas en Levítico “las cubiertas” de los pecados de Israel, existieron en previsión a la cruz. Una vez más mencionamos que no quitaban los pecados, “porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados” (Hebreos 10:4). Estos fueron utilizados para servir como un tipo o imagen del sacrificio de nuestro Señor Jesús, que fue “a quien Dios puso como propiciación” por los pecados del mundo (Romanos 3:25). El Hijo Unigénito de Dios fue capaz de hacer real la satisfacción o cobertura de la justicia para los pecados Adámicos. Su sangre se convirtió en la base para el perdón de nuestros pecados, se hizo la paz para nosotros, se abrió el camino a la reconciliación y hechos hijos dentro de la familia de Dios.

Nos damos cuenta que el sacrificio del antitípico Sumo Sacerdote que se presenta a continuación es de una naturaleza superior a los que durante siglos ofrecieron los servicios en el Tabernáculo. El sacrificio de machos cabríos y becerros como se menciona en el texto de nuestro tema se refería a la sangre, a la vida de Jesucristo. La redención bajo la Ley sólo se podía hacer por un valor equivalente y cuando se trataba del pecado, sólo la sangre podía expiarlo o justificarlo. Para pagar el precio por Adán y su raza, él “se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” – 1 Timoteo 2:6.

Por lo tanto, vemos que primero tuvo que redimir a la humanidad mediante el sacrificio de sí mismo, a continuación aplicando esto al principio de justicia, la elevación y la bendición de todos. Nuestro Señor Jesús luego ingresó dentro de lo más Santo (por su propia sangre) desde donde nuestro Gran Sumo Sacerdote llega con bendiciones prometidas de restitución. “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios … así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (Hebreos 9:24,28). Él da la oportunidad a todos para tener los derechos y privilegios, a vivir para siempre en una tierra restaurada. “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite” – Isaías 9:7.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba