LECCIONES DE ESTUDIO DE LA BIBLIA INTERNACIONAL

Cristo como Intercesor

Versículo Clave: “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”
– Hebreos 7:25

Escritura Seleccionada:
Hebreos 7

TENEMOS LA GARANTIA que nuestro Señor Jesús, no sólo de librará a todos del pecado, sino de la maldición de la muerte. También es capaz de salvar a la humanidad de la tumba, con respecto a la herencia y lo concerniente al pecado sobre nuestra raza. Esta será una eterna liberación del pecado, condena y muerte. “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” – 1 Corintios 15:21,22.

El pecador original fue Adán y sus hijos han heredado la pena. Leemos: “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno” y “Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia” (Romanos 3:10; Isaías 59:16). Sería Cristo Jesús, quien vendría voluntariamente a pagar el precio de la redención y servir como “intercesor”. Un intercesor es alguien que aboga o realiza una solicitud a nombre de otro con el propósito de producir un acuerdo o mediación.

Nuestro Señor hizo un sacrificio por nosotros, se presentó al Padre, para hacer expiación por la iglesia (Hebreos 9:24). Jesús está desde el principio hasta el fin de la edad del Evangelio siendo el Gran Sumo Sacerdote y Abogado de su pueblo. Esto hace posible que ya no seamos extraños a Dios, sino “aceptados en el amado” por el Padre (Efesios 1:6). Ahora estamos delante de Dios y como miembros del cuerpo de Cristo, podemos pedir su ayuda y orientación (Romanos 5:1,2). Nos damos cuenta que no estamos delante de Dios por nuestro propio mérito, “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Primero somos aceptados, a continuación se desarrolla nuestra devoción diaria por la justicia y nuestro camino hacia la santidad. Porque reconocemos a Jesús como nuestro abogado de tal modo que podemos llegar al trono de la gracia. Nuestro Señor sigue ofreciendo y aplicando su sacrificio hasta que llegando a la perfección no tengamos más necesidad de ello. Ese sacrificio y mérito, nunca será olvidado.

Ya que sólo lo que es perfecto podría ser aceptable a Dios, nuestra aceptación está bajo la cobertura de Cristo en la túnica de su rectitud, su perfección es imputada para nosotros. Él nos salva de los pecados de nuestra vida terrenal y también abarca las manchas que son el resultado de las imperfecciones de nuestro cuerpo humano (Isaías 61:10). Por medio de este manto de justificación podemos aproximarnos a Dios a través de la justicia de nuestro Salvador, tener el privilegio de conocerlo y llamarlo Padre. Cristo nos salvará en el sentido más pleno en la “primera resurrección”. “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:6). La salvación del mundo se iniciará después de completada la iglesia, los 144.000 cuyos nombres están escritos en los cielos – Apocalipsis 14:1; Hebreos 12:23.

La clave y la esperanza para todos, radica en la obra redentora de nuestro Señor Jesús. “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” – Filipenses 2:9-11.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba