LECCIONES DE ESTUDIO DE LA BIBLIA INTERNACIONAL

La vida de Daniel puesta a prueba

Versículo Clave: “Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes”
– Daniel 6:10

Escritura Seleccionada:
Daniel 6

DARIO, EL REY DE MEDIA, distribuyó su reino entre ciento veinte sátrapas, que informaran a tres gobernadores y sobre éstos estaba Daniel. “Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino” (Daniel 6:3). Los otros gobernadores y sátrapas estaban celosos de Daniel, en particular, porque ni siquiera era de su nación, era un israelita. Deseaban encontrar algo contra él, pero no pudieron hallar falta porque él era fiel en todas sus responsabilidades ante el rey. “Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios” – Daniel 6:5.

Los celosos gobernadores y sátrapas sabían que Daniel oraba fielmente a su Dios tres veces al día, porque habían sido testigos de ello. Pensaron en un plan para atraparlo, elaborando una ley que declaraba que durante treinta días ninguna petición podría ser hecha a cualquier dios u hombre, excepto al rey. La pena por desobedecer esta ley sería la de ser arrojado en una guarida de leones. Trajeron este nuevo estatuto al rey Darío, pero no le dijeron su verdadera motivación. El rey, tal vez halagado por la idea de que todas las peticiones llegaran a él durante treinta días, estuvo de acuerdo en que sería un honor, entonces firmó la nueva ley y fue puesta en acción, “Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada” – Daniel 6:8.

Nuestro versículo clave indica que Daniel, aunque consciente de la nueva ley, continuó su práctica de la oración al Dios de Israel tres veces al día, con las ventanas abiertas como solía hacerlo siempre. Los que conspiraban contra él vieron lo que había sucedido y llevaron la noticia de su desobediencia al rey. Darío se lamentó, comprendiendo que había sido engañado con la firma de una ley de este tipo. Trabajó el resto del día para encontrar alguna forma legal que le permita la liberación de su fiel gobernador Daniel, pero recordó que “ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado” (Daniel 6:15). Por lo tanto, de acuerdo con la estipulación de la ley, Daniel debía ser lanzado en la cueva de los leones aún después de haber sido tan evidente su vida ejemplar, “Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre” (Daniel 6:16). ¡Qué maravillosa demostración de fe de alguien quien no era un israelita!

El rey Darío ayunó durante toda la noche y no pudo dormir. Temprano en la mañana siguiente se dirigió rápidamente a la cueva de los leones y encontró que Daniel no sólo estaba vivo, sino que no había sufrido ningún daño. Un ángel milagrosamente había cerrado las bocas de los leones. Darío, declaró: “De parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin. El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones” – Daniel 6:26,27.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba