LECCIONES DE ESTUDIO DE LA BIBLIA INTERNACIONAL

Tres se niegan a quebrar el Pacto

Versículo Clave: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”
– Daniel 3:17,18

Escritura Seleccionada:
Daniel 3

PARA MOSTRAR LA GLORIA DE su gran reino, el rey Nabucodonosor tenía una gran imagen de sí mismo situada en la llanura de la tierra de Babilonia. La imagen era inmensa, de sesenta codos de altura (aproximadamente 27 metros) y seis codos de ancho (aproximadamente 2.70 metros), era visible desde varios kilómetros a la redonda. El decreto fue dado a todas las personas, que cuando escucharan la música que estaba siendo tocada, se inclinaran hacia esta imagen y le rindieran culto, la sanción para quien no lo hiciera era el ser echado dentro de un horno de fuego ardiente – Daniel 3:1-7.

Poco después de que el decreto se dio, se observó que algunos de los israelitas cautivos no se inclinaban a la imagen cuando se tocaba la música. En particular tres personas, Sadrac, Mesac, y Abed-nego quienes fueron señalados por no inclinarse. El rey Nabucodonosor pidió que los trajesen delante de él y preguntó, “¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?” (Daniel 3:14). Pensando que habían entendido mal y talvez involuntariamente no se inclinaron a la imagen, les dio una segunda oportunidad reiterando el decreto que cuando la música fuera tocada, adorasen a la imagen de oro.

La respuesta de los tres israelitas está en nuestro versículo clave e indica un alto grado de fe en el poder de Dios, si es su voluntad. Sin embargo, fue más importante su inquebrantable obediencia a la ley de Dios, quien dijo: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (Éxodo 20:3-5). Ellos sabían que sería una violación de la ley de Dios el adorar a la imagen del rey y fueron obedientes a lo que sabían era lo correcto, a pesar de las consecuencias.

Como era de esperarse, el rey Nabucodonosor se sintió muy enojado y ordenó que el horno se calentara siete veces más caliente de lo normal y que los tres hebreos fueran echados dentro. Por lo tanto, al ser calentado demasiado el horno, los hombres que habían echado a los israelitas, fueron muertos en el acto. El rey estaba asombrado al mirar buscando en el horno y ver no sólo tres, sino cuatro hombres sueltos, caminando en medio del fuego y el cuarto que tenía la apariencia como hijo de dioses (Daniel 3:19-25). Pidió a los tres hombres que salieran del horno de en medio del fuego. Ellos no tenían quemaduras en sus cuerpos y sus ropas, ni siquiera tenían el olor del fuego – Daniel 3:26,27.

El rey Nabucodonosor reconoció que sólo un Dios más poderoso podía hacer algo así y de lo cual había sido testigo, por lo que él proclamó, “Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste” – Daniel 3:29.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba