EVENTOS SOBRESALIENTES DEL ALBA |
Llamarás su nombre Jesús
“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” |
EN CUMPLIMIENTO AL evento prometido del nacimiento de nuestro Señor Jesús hace dos mil años, en todo el mundo se celebrará una vez más el 25 de diciembre el maravilloso regalo de Dios a la humanidad. Jesús había nacido para salvar a la familia humana de los estragos del pecado y muerte heredados. El verdadero significado de su ministerio terrenal se hará claro para todos los hombres en el propio tiempo y forma de Dios.
TEMPORADA DE FIESTAS
La fiesta anual de Navidad es un día muy especial y una ocasión festiva donde existe un sentimiento general de alegría y un profundo sentido navideño en las semanas previas. Más que cualquier otra época del año, la atención de las personas se dirige hacia pensamientos de paz, amor y buena voluntad hacia los demás. Sirve como un tiempo para recordar el milagroso nacimiento de nuestro Salvador, su ministerio terrenal, la muerte de sacrificio en la cruz y en última instancia su resurrección como el primogénito de entre los muertos (Colosenses 1:18). Fue su vida perfecta, apartado del pecado, que había existido (Hebreos 7:26).
Asimismo, hay un sentimiento de nostalgia en algunos quienes recordarán los días especiales de su infancia, rememorando dulces recuerdos, tiempos más seguros. Sin embargo, la realidad es que el espíritu que una vez se vivió en la temporada de Navidad, está siendo ignorado en gran medida y ha dado paso al consumismo, el estrés y la ansiedad. El espíritu que antes prevalecía, ahora ha sido sustituido por una sociedad indiferente e irreverente, marcada por el egoísmo y orgullo.
En nuestro mundo moderno hay menos interés y atención para entender el verdadero significado del nacimiento humilde de nuestro Señor y Salvador, en medio de un mundo de pecado, enfermo y moribundo. Es así que la temporada navideña se ha convertido en una agitada época del año en la preparación de actividades mundanas y de aparente felicidad.
Es un tiempo que cada vez más está impulsado por un sentimiento de conmoción y frenética fanfarria. Compradores festivos se encuentran atrapados al último minuto en la búsqueda del regalo perfecto para alguien especial, así como de otras personas en una lista de familiares y amigos.
DICIEMBRE 25
Un día especial conocido como la Navidad fue destinado hace muchos siglos por quienes deseaban celebrar el nacimiento del Salvador del mundo. Una gran parte de la atención se centró en el evento, se convirtió en un día sagrado y de festividad religiosa. Sin embargo, Los Estudiantes de la Biblia, señalan que el 25 de diciembre no es el día exacto en que nuestro Señor Jesús realmente nació. Muchos estudiosos coinciden en que el gran acontecimiento ocurrió durante la temporada de otoño que corresponde a nuestro mes de octubre.
Las Escrituras no enseñan específicamente que debemos celebrar el nacimiento de Jesús. En cambio, se instruyó recordar la muerte de nuestro Salvador y la redención realizada pagando el precio del pecado, con lo cual se cumplía la justicia Divina. Esto es mostrado en el modelo que hemos leído en relación con el sacrificio del cordero, “Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis” (Éxodo 12:14). En la institución de la última cena, Jesús, el antitípico Cordero de Dios, pasó los emblemas a sus discípulos, éstos claramente representaban su propia vida sacrificada. “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” – Lucas 22:19,20.
NO HAY OTRO NOMBRE
El nombre de Jesús se define como “Jehová salva” y no hay otro nombre en la historia del mundo que puede reclamar dicho significado. Se señala claramente al Maestro como el único que podía servir como el elegido por nuestro Padre Celestial en la salvación de la humanidad. Las Escrituras enseñan claramente, “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). El apóstol Pablo escribió, “Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos” (Hebreos 2:9). Nuestro Señor pagó el precio por el pecado de la humanidad, “como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” – Mateo 20:28.
CREYENDO EN ÉL
La Santa Palabra de Dios nos enseña la importancia y necesidad de creer en el Maestro de Maestros y el mérito de su sacrificio de rescate por la humanidad. Este punto es destacado en la epístola de Juan, donde escribe, “Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado” (1 Juan 3:23). El único fundamento para el retorno del mundo al favor del Padre Celestial es tener una apreciación y comprensión que Jesús pagó el precio de rescate por el pecado. El propósito de su muerte fue que por su obediencia le sería brindada a la humanidad la provisión para ser salvada del pecado y muerte.
CRISTO
Dios habla a menudo en el Nuevo Testamento que Jesucristo, quiere decir ‘ungido’ y es sinónimo de la palabra hebrea Mesías del Antiguo Testamento. En relación con esta referencia se lee: “que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo. Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel” – Hechos 4:25-27.
El apóstol Pablo también escribió, “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” – Filipenses 2:9-11.
HIJO DEL ALTÍSIMO
En el evangelio de Lucas se registra, “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre” (Lucas 1:32). Jesús, a través de su padre José, era descendiente de David padre de Natán (Lucas 3:31), que fue un hermano de Salomón (I Reyes 1:10). Por lo tanto, el linaje terrenal de Jesús y la referencia al trono de David fue a través de sus padres. Jesús con respecto a la línea de Salomón llegó por medio de José, el marido de su madre (Mateo 1:16, Lucas 2:4). También tomamos nota de las palabras de nuestro Señor registradas en el Apocalipsis, “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana” – Apocalipsis 22:16.
EL TRONCO DE ISAÍ
En cuanto a la conexión de Jesús al trono del Rey David, el profeta Isaías dice: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces” (Isaías 11:1). Isaí fue el padre de David y por lo tanto es un eslabón importante en el establecimiento del linaje terrenal de nuestro Señor Jesucristo (1 Samuel 17:17). Isaías luego dice: “Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová” (Isaías 11:2). El profeta muestra que el magnífico trabajo del futuro reino de verdad y justicia se llevará a cabo por Jesús y su iglesia fiel, “sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura” (Isaías 11:4-5). Isaías menciona una nueva conexión al trono de David cuando dice: “Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa” – Isaías 11:10.
EL RENUEVO
El profeta Zacarías también identifica el ‘renuevo’ y dice: “Escucha pues, ahora, Josué sumo sacerdote, tú y tus amigos que se sientan delante de ti, porque son varones simbólicos. He aquí, yo traigo a mi siervo el Renuevo” (Zacarías 3:8). El profeta describe el papel que nuestro Señor Jesucristo y su iglesia asumirán durante su futuro reino cuando escribe, “ Y le hablarás, diciendo: Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová. El edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos” – Zacarías 6:12,13.
Verdaderamente nuestro Señor Jesús es el Hijo del Altísimo y su fidelidad fue demostrada dando su vida perfecta en sacrificio por la creación humana. Después de cumplida su muerte por la profecía de su amoroso Padre Celestial, ejercerá su derecho para otorgar los beneficios del reino como el antitípico Rey David. Será la raíz y fuente por la cual su vida justa estará disponible para toda la familia humana.
DAVID EL HEREDERO
Dios hizo una promesa a David, diciendo: “ Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente. Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David” – 2 Samuel 7:16,17.
Cuando murió David, la promesa fue transmitida a su hijo Salomón. Dios entonces habló con Salomón y le dijo: “Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis decretos, yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre, como hablé a David tu padre, diciendo: No faltará varón de tu descendencia en el trono de Israel” – 1 Reyes 9:4,5.
LA DESOBEDIENCIA DE SALOMON
La lealtad de Salomón requería hacer la voluntad de Dios. “Mas si obstinadamente os apartareis de mí vosotros y vuestros hijos, y no guardareis mis mandamientos y mis estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis; yo cortaré a Israel de sobre la faz de la tierra que les he entregado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la echaré de delante de mí, e Israel será por proverbio y refrán a todos los pueblos” – 1 Reyes 9:6,7.
El nuevo rey no obedeció los mandamientos de Dios. “Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón” – 1 Reyes 11:1-3.
En la Escritura leemos la respuesta de Dios por las actitudes de Salomón. “Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, y le había mandado acerca de esto, que no siguiese a dioses ajenos; mas él no guardó lo que le mandó Jehová” (1 Reyes 11:9,10). Vemos las consecuencias de su desobediencia al Padre Celestial: “Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo” – 1 Reyes 11:11.
NATAN FAVORECIDO
El linaje desde el Rey David, por lo tanto, pasó a través de Natán en lugar de Salomón. La madre de Jesús indicó que Dios le había revelado ciertos hechos (Lucas 1:45). El linaje de Salomón fue empañado por la arrogancia y desobediencia, mientras que nuestro Señor Jesús nació entre los menos honrados y más fieles de la línea de Natán. Nos enteramos de esto leyendo la Escritura: “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, Y su misericordia es de generación en generación, A los que le temen” (Lucas1:46-50). La declaración de María muestra un sentido de humildad ante Dios al hacer su voluntad. Ella continúa diciendo: “Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia. De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre” – Lucas 1:51-55.
NOTICIAS DE GOZO
Cuando ocurrió el nacimiento de Jesús, el ángel del Señor hizo el maravilloso anuncio: “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” – Lucas 2:8-14.
Los humildes pastores alrededor del Niño Jesús, al verlo envuelto en pañales y acostado en un pesebre es una muestra de la buena voluntad del amoroso Padre Celestial hacia su creación humana enferma de pecado. Nuestro Señor estaba destinado a convertirse en el Salvador de la humanidad y sería un gran rey que iba a restaurar la paz en la tierra. Los ángeles sabían esto y estuvieron felices.
UN MUNDO OSCURO
Los seres celestiales entendieron y apreciaron el gran acontecimiento sintiendo gozo por las buenas nuevas que acontecerían esa noche muy especial; las promesas de paz pronto se perdieron en un mundo oscuro y lleno de pecado. Mas adelante la humanidad entraría en un período muy oscuro de la historia conocida como la Edad Media. Han transcurrido dos mil años desde que el Príncipe de Paz nació, sin embargo, la perspectiva de paz entre los pueblos y naciones parece imposible, es como un sueño.
Durante este largo período de tiempo existe un pequeño rebaño de seguidores de los pasos de Nuestro Señor quienes se han esforzando fielmente por conocer y hacer su voluntad hasta la muerte. Cuando el trabajo del llamado se haya completado y todos sean reunidos, entonces compartirán con el Maestro de Maestros, en su reino prometido al caminar por senderos de paz y santidad. No ocurrirá hasta que las palabras del Profeta Isaías se hagan realidad, “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” – Isaías 9:7.
El profeta habla en relación con nuestro Señor Jesús y señala su papel como el “brazo” de Dios durante su reino futuro sobre las naciones. “He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas” – Isaías 40:10,11.
EL SEÑOR NO ESTA INACTIVO
El apóstol Pedro comentó acerca del reino prometido y escribió: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” – 2 Pedro 3:8,9.
PAZ DURADERA
La Navidad es un tiempo cuando se recuerda una vez más la promesa de Dios; paz en la tierra y buena voluntad para con los hombres. Este año, otra vez debemos reconocer que no existe una paz duradera en la tierra. Estamos viviendo una época de creciente injusticia, el odio de los hombres hacia sus semejantes genera violencia.
Aunque la humanidad sigue ilusionada con el espíritu de buena voluntad, en la actualidad ninguna nación puede establecer la paz en el mundo. Esta gloriosa condición no puede lograrse sin la intervención Divina en los asuntos de los hombres. La verdadera paz sólo se logrará por medio del futuro reino de justicia de nuestro Señor Jesús, el verdadero Príncipe de Paz. Bajo ese gobierno, todos conocerán y obedecerán a nuestro amoroso Padre Celestial, aprenderán sus maravillosos planes de bendición para toda la creación humana. Durante esta temporada de fiestas podemos continuar orando por ese bendito tiempo que vendrá pronto.