LECCIONES DE ESTUDIO DE LA BIBLIA INTERNACIONAL

Preparándose para el juicio

Versículo clave: “Por tanto, esperadme, dice Jehová, hasta el día que me levante para juzgaros; porque mi determinación es reunir las naciones, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira; por el fuego de mi celo será consumida toda la tierra”
—Sofonías 3:8

Escritura seleccionada:
Sofonías 3:1-13;
2 Crónicas 34:1-3

DIOS DESEA QUE EJERZAMOS paciencia en todas las facetas de nuestra vida. “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía” – Santiago 5:7.

Un ejemplo del valor al esperar en el Señor se encuentra en la vida y las experiencias de Jeroboam y David. Jeroboam como un hombre joven de gran habilidad natural atrajo la atención del rey Salomón, quien podía ver que él poseía un gran talento ejecutivo y de liderazgo. Jeroboam tenía más confianza en sí mismo que confianza en Dios. También fue muy impaciente para convertirse en rey. Todas estas cosas interfirieron con su lealtad y celo para servir a Dios y a su pueblo. Tomó un curso egoísta y esperó en sus propios intereses. Como resultado, fracasó como líder de la nación cayendo en la idolatría. Es así que un hombre de grandes oportunidades y de gran capacidad natural para servir a Dios y a su pueblo, deshonró a uno y condujo al otro a un terrible desastre.

David fue ungido rey de Israel varios años antes de la muerte del rey Saúl. Él estaba dispuesto a esperar en Dios hasta el momento que sería llevado al trono. Dios le había indicado que iba a ser rey, pero no le indicó que el momento había llegado. Por lo tanto, David esperó en el Señor y mientras tanto aprendió valiosas lecciones del control en sí mismo y especialmente confianza en la Divina Providencia. Estas enseñanzas le sirvieron durante su reinado. Si tenemos confianza en Dios como lo hizo David, también tendremos la fe que él práctico, independientemente de todos los males que puedan llegar a nuestra vida. “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” – Romanos 12:19.

El pueblo de Dios está prevenido para no interferir con los poderes existentes. Nuestra confianza nunca debe estar basada en armas carnales, sino más bien en el Señor. No es nuestro deber el juzgar a los funcionarios públicos o a los gobiernos, siempre teniendo en cuenta que viviremos en un país con uno de los mejores gobiernos en el mundo. Nunca debemos exigir justicia de otros, más bien ser siempre compasivos y teniendo en cuenta nuestra propia condición pecadora.

Dios tiene un Plan y este permite que las naciones transiten por todas las vías egoístas que sean posibles. La rápida comunicación y los sistemas de viaje son hechos posibles gracias a la tecnología. Se están derribando las barreras del idioma y el mundo está en contacto más estrecho. Junto a esto hay un gran aumento del conocimiento que está aportando condiciones sociales más favorables. Muchas naciones están unidas por intereses y actividades comunes, pero no por el amor fraternal. La injusticia, la guerra y el mal continúan reinando en el mundo, la única solución a estos problemas es el Reino de Dios prometido, el cual vendrá cuando la política actual, el ámbito financiero, el campo social y las estructuras religiosas del mundo queden de lado y el dominio de la tierra sea transferido a él. “A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré” – Ezequiel 21:27.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba