LECCIONES DE ESTUDIO DE LA BIBLIA INTERNACIONAL

Haciendo lo correcto

Versículo clave: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”
—Miqueas 6:8

Escritura seleccionada:
Miqueas 2:1-4; 3:1-5,
8-12; 6:6-8

DURANTE EL TIEMPO DE MIQUEAS, el reconocimiento de la Ley por el pueblo de Israel había disminuido hasta el punto de considerar que el ofrecimiento prescrito bajo la misma, era sólo un mecanismo para expiar sus transgresiones. Miqueas está planteando si el Padre Celestial requiere holocaustos o ríos de aceite. Nuestro versículo clave responde a esta pregunta. Tres de las cosas que el Padre Celestial requiere son: “hacer justicia”, “amar misericordia” y “caminar humildemente”.

El primer requisito señalado por Miqueas es hacer justicia. Hacerlo con los demás como usted quisiera que ellos lo hicieran con usted. Trato justo con los demás, si usted espera que ellos lo traten con justicia. Ser misericordioso con los demás, si usted desea que sean misericordiosos con usted. El profeta alentó a los judíos sugiriéndoles que hicieran todo lo posible en cumplir con los requisitos de la Ley. La justicia es una cualidad que no deberíamos esperarla a un nivel máximo en los demás, pero si algo que debemos esforzarnos en lograrlo dentro de nuestro corazón, mente y al expresarnos con palabras. Debemos recordar que toda la familia humana es imperfecta. Por la gracia de Dios, somos capaces de ser más justos o misericordiosos que el promedio, a través del Espíritu de Dios.

El segundo requisito es amar misericordiosamente. Misericordia es bondad y sólo aquellos que muestran misericordia para los demás reciben misericordia de las manos del Señor. “Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7). Deberíamos estar contentos por renunciar a nuestros derechos personales y privilegios para que otros puedan beneficiarse, salvo en el caso de que la verdad o un principio bíblico estén involucrados. Muchas personas tratan de practicar la misericordia en sus vidas, pero no aman el practicarla. En lugar de ello, aman la venganza, sólo muestran misericordia a causa de las leyes humanas, la opinión del público y la Palabra de Dios. El amor requiere que tratemos con justicia a todos, que aprendamos a apreciar la justicia de los demás, sus derechos, sus libertades, su moral y su derecho a la propiedad intelectual. Si entendemos estos derechos, no trataremos de disminuirlos o negarlos.

El punto final de Miqueas fue caminar humildemente. Las personas comunes de su época transitaron por muchos lugares, así que el caminar del profeta fue una experiencia de vivir en humildad. Este punto también implica que debemos estar con un estado de ánimo permitiendo ser enseñado, en el que podamos apreciar la bondad y nuestras propias limitaciones. Dios hizo nuestra raza a su imagen, pero en gran parte la hemos perdido. Por lo tanto, debemos ser humildes y permitir ser enseñados. Sin embargo, debido a nuestra naturaleza caída, los más dispuestos a ser justos y misericordiosos luchan para ser humildes, pero a menudo se llenan de un espíritu de orgullo y un sentimiento de superioridad sobre sus hermanos. Los más humildes ante el Todopoderoso frecuentemente son los que han tenido grandes pecados y debilidades que han contribuido a manifestar su humildad. El apóstol Pablo es un excelente ejemplo porque camino a Damasco quedó ciego. Luego Dios restauró en parte su vista, dejando su discapacidad como un recordatorio constante para mantenerlo humilde y cumplir la gran obra que Dios tenía preparada para él. El mensaje divino fue: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” – 2 Corintios 12:9.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba