DOCTRINA Y VIDA CRISTIANA

Rechazando al que Habla

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”
—Mateo 16:24

EL REINO DE DIOS y su autoridad fueron establecidos formalmente en la tierra, en el Monte Sinaí a través de su Pacto de Ley con Israel. Las manifestaciones de su poder en esas circunstancias fueron tan terribles para la gente, que solicitaron la intervención de Moisés para no ser consumidos. “Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos” – Exodo 20:18,19.

DESEANDO OTRO REY

Si el pueblo de Israel se hubiera mantenido fiel a su Rey, habrían disfrutado de una posición futura privilegiada con un pacto de bendiciones. Finalmente expresaron su preferencia por las reglas de un rey terrenal que estuviera sobre ellos, que se asemejara más a las preferencias de sus vecinos idólatras (1 Samuel 8:5). Dios les concedió su preferencia: “Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (1 Samuel 8:7). Así comenzaron siglos del incremento de dificultades políticas, religiosas y sociales para Israel.

Saúl, hijo de Cis, fue ungido rey por el profeta Samuel (1 Samuel 10:1). Por el hecho de no aplicar plenamente los mandamientos de Dios, Saúl y su casa fueron dejados de lado. “Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó” – 1 Samuel 13:13,14.

Desde Saúl, Dios pasó el real mandato a David de cuyo linaje el Señor Jesús surgió en el momento oportuno, sólo para ser rechazado como el Mesías de Israel. “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11). Su rechazo nacional llevó a Jesús a pronunciar la condena definitiva sobre Israel. “He aquí vuestra casa os es dejada desierta” (Mateo 23:38). Destruido poco después por las legiones romanas, Israel se convirtió en una nación dispersa a lo largo de dieciocho siglos.

AGITACION LOCAL Y UNIVERSAL

El evento relatado en Éxodo, capítulo 20, se limitó a los alrededores del Monte Sinaí. Se mostró un tipo de agitación para una época universal futura que fue profetizado por Hageo. “Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:6,7). La agitación localizada en el Monte Sinaí fue la preparatoria para la puesta en marcha de la Ley del Pacto, la promesa universal del temblor dicha por Hageo es también una preparatoria para un nuevo y diferente pacto en comparación a la antigua Ley del Pacto. La necesidad de ese cambio y el significado por el cual la antigua Ley es reemplazada por el Nuevo Pacto son ilustrados por Moisés y sus actividades en el Monte Sinaí.

DOS ASCENSIONES AL MONTE SINAI

Moisés subió dos veces hacia Dios al Monte Sinaí, en nombre del temeroso pueblo de Israel como el mediador para recibir la Ley del Pacto. En su primer ascenso, recibió las tablas de la Ley sobre la cual recaería el pacto. En la ley de ese pacto fue dada en forma inherente la promesa de la vida en sí misma: “Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová” (Levítico 18:5). Para alcanzar ese y todos los demás beneficios en la relación de ese pacto con Dios, el pueblo de Israel se comprometió a guardar perfectamente toda su Ley: “Todo lo que Jehová ha dicho, haremos” (Exodo 19:8). Al momento de descender de la montaña, Moisés encontró que en su ausencia el pueblo había entrado en prácticas idólatras. Enojado, lanzó las tablas hacia ellos, rompiéndolas (Exodo 32:19). Por lo tanto, fue simbólicamente ilustrado que en su imperfección, el pueblo de Israel nunca podría alcanzar el premio de su pacto con Dios guardando a la letra su Ley, ni Moisés podría prestar más asistencia como su mediador, siendo él de la misma naturaleza caída tal como lo eran ellos. Era manifiestamente necesario que alguien superior a Moisés mediara un Nuevo Pacto entre Dios y el hombre en el que la gente podría entrar y alcanzar la vida eterna.

Ascendiendo a la montaña nuevamente, Moisés recibió una copia de las tablas de la Ley (Exodo 34:1,4). Cuando descendió con ellas, su rostro resplandecía. “Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios. Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí la piel de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de acercarse a él. Entonces Moisés los llamó; y Aarón y todos los príncipes de la congregación volvieron a él, y Moisés les habló. Después se acercaron todos los hijos de Israel, a los cuales mandó todo lo que Jehová le había dicho en el monte Sinaí. Y cuando acabó Moisés de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro. Cuando venía Moisés delante de Jehová para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía; y saliendo, decía a los hijos de Israel lo que le era mandado. Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios” – Exodo 34:29-35.

ANTITIPICO MOISES ANUNCIADO

Moisés, glorificado en el Monte Sinaí durante circunstancias que aterraron al pueblo de Israel, simboliza una profunda verdad; un antitípico Moisés será glorificado al final de la presente Edad del Evangelio cuando el viejo orden mundial esté siendo sacudido. Todas las naciones para no morir buscarán su intercesión con Dios en la futura edad Milenial. Que un antitípico Moisés se levantaría con seguridad para toda la gente quienes le habían escuchado fue pronosticado por el Moisés típico. “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis” (Deuteronomio 18:15). El apóstol Pedro hace eco a la predicción de Moisés: “Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo” – Hechos 3:22,23.

El apóstol Pablo afirma que el antitípico Moisés será el Cristo glorificado, el mayor Mediador del mejor Nuevo Pacto venidero. “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo” (Hebreos 8:6,7). Que Cristo es hecho ese antitípico Moisés a quien en última instancia asistirán todos para ser examinados por el mismo Señor Jesús. “Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” – Juan 18:37.

CRISTO, CABEZA Y CUERPO

Los que son ‘de la verdad’ y que ‘escucharon’ la voz de Cristo en la presente Edad del Evangelio son sus verdaderos discípulos, su iglesia. Con su Señor, constituirán ‘ese profeta’ del libro de los Hechos, capítulo 3, en la próxima edad del Milenio, el Cristo, cabeza y cuerpo. “Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:18). Así como el pueblo de Israel, temiendo a Dios, necesitó la representación de Moisés en el Monte Sinaí; en la futura Edad del Milenio, igualmente buscará la orientación del antitípico Moisés, Jesucristo y su iglesia. En ese tiempo, todos los que se presenten a recibir las misericordias de Cristo durante su reino, en última instancia, serán transformados a la perfección, expiación y la ansiada relación de pacto con Dios. Ahí está la vida eterna y la comunión directa con él. Todos los que rechacen esas bendiciones ofrecidas por el antitípico Moisés durante la futura Edad del Milenio, serán cortados a muerte.

ENGAÑOS

En su Primer Advenimiento, Jesucristo declaró: “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:27,33). El apóstol Pablo teniendo conocimiento que durante la Edad del Evangelio, Dios permitiría que un fuerte engaño llegara a todos los que profesaran hipócritamente el discipulado con Cristo, dice: “Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” – 2 Tesalonicenses 2:11,12.

A principios de la Edad del Evangelio, una clase religiosa surgió de las filas de los espiritualmente activos, quienes salieron de la iglesia verdadera. De ellos, el apóstol Juan dice: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (1 Juan 2:19). A partir de esos principios, teorías y prácticas religiosas, crecieron y evolucionaron hasta convertirse en hipocresía eclesiástica mientras predicaban el ‘Evangelio de Cristo y su mensaje central’. Eran sordos a la voz de Dios que llama a través del sacrificio de Cristo. Los juicios que se están dando en la tierra, en última instancia, se pondrán de manifiesto a quienes no han sucumbido a ese gran engaño.

DOCTRINAS ENGAÑOSAS

Durante siglos, muchos han sido engañados por doctrinas de error. Para convencerlos, han surgido diferentes sistemas confesionales y poderosas organizaciones. El apóstol Pablo alerta a los discípulos de Cristo de su peligro. “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” – 2 Timoteo 3:1-5.

El nombre dado en las Escrituras para esos sistemas y entidades es, Babilonia, que significa “confusión”. La Babilonia religiosa está condenada porque no ha creído ni en Dios ni en su Hijo. Creyeron la mentira que se puede ganar la corona de la gloria sin llevar la cruz del sufrimiento. Dios permitió que la mentira de aquellos quienes ‘habían gustado la injusticia’ quedara expuesta a su hipocresía al fin de la edad. “¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio! Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!” (Apocalipsis 18:10,17,19). Los relativamente pocos quienes no han caído presos de ese engaño durante la Edad del Evangelio, es la iglesia verdadera, una manada pequeña. “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” – Lucas 12:32.

EXHORTACION DEL SEÑOR

El Señor exhorta a sus discípulos a resistir todas las tentaciones que pueden obstaculizar su conocimiento de aprobación en este día de juicio y condena al final de la presente Edad del Evangelio. Él dice: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” – Lucas 21:34-36.

Jesús sabía que las manifestaciones del poder de Dios en el Monte Sinaí caracterizaron el gran clamor doctrinal y social que acompañaría al establecimiento de su reino antitípico al final de esta Edad del Evangelio. Conocía que habría agitación mundial asociada a los cambios en el viejo orden mundial como antesala a la preparación de este Reino de justicia y paz.

SEÑALES DE LOS TIEMPOS

Fue profetizado por el Señor Jesús: “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas” (Lucas 21:25,26). En esta profecía Jesús caracteriza con un simbólico ‘cielos’, el que experimentará una ‘conmoción’ de tal magnitud que causará temor y angustia entre todas las naciones de la tierra.

Los diversos poderes, simbolizados por el sol, la luna y las estrellas (cielos), ahora son agitados. Como lo hizo durante el establecimiento del reino típico de Dios en el Monte Sinaí, ahora un clima de temor invade a la tierra, ya que se está preparando para el establecimiento del reino de Cristo. Cuando se haya completado esto, los juicios de Dios se producirán en la tierra al final de la presente Edad del Evangelio, la humanidad se habrá preparado para el nuevo orden mundial de la Edad Milenial bajo la administración de Cristo, cabeza y cuerpo.

Este es el Día de Dios, que también fue anunciado por el apóstol Pedro. “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz” – 2 Pedro 3:10-14.

UNA VEZ MÁS

Los verdaderos seguidores del Señor en el agitado mundo actual, están satisfechos con el conocimiento que es la voz de Dios hablando desde el cielo en juicio contra el viejo orden mundial. Pablo, aludiendo a Hageo 2:6 y refiriéndose a la agitación universal profetizada, exhorta a sus hermanos al final de la Edad del Evangelio para estar atentos a la voz que estará hablando “por una vez más’ en ese tiempo. “Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles” – Hebreos 12:25-27.

El apóstol indica que al final de esta edad del Evangelio, los justos y los injustos serán revelados por sus reacciones al producirse la agitación mundial. Los justos percibirán correctamente el cataclismo como la propia “voz” de Dios declarando el inminente cambio de la dispensación. Los injustos estarán sordos a la voz y se mantendrán lejos, temiendo por el cambio. Como el pueblo del Señor ahora se encuentra casi hasta la misma puerta de Sion, comprende los cambios que actualmente están siendo presentados en la tierra, en preparación para el antitípico Reino de Dios, “no desechéis” quienes ahora hablan desde los cielos. Estos son los que no han creído una mentira.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba