EVENTOS SOBRESALIENTES DEL ALBA

En Recuerdo de Jesús

“Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!”
—Lucas 22:15

JESÚS DIO CLARAS INSTRUCCIONES a sus seguidores, que deberían conmemorar su muerte y recordar lo que instituyó, cada año durante el decimocuarto día del mes judío de Nisan. El tiempo ha llegado otra vez para que el pueblo del Señor en todas las partes del mundo conmemore esto como algo muy importante. Partiendo el pan sin levadura reconocemos el cuerpo perfecto y libre de pecado de Jesús que fue quebrado por nosotros; bebiendo de la copa participamos en su sangre la cual fue derramada por nosotros. Este año conmemoramos su muerte al anochecer del 18 de abril.

UN DESEO SINCERO

Pedro y Juan, dos de los apóstoles de nuestro Señor, fueron instruidos para ir a una casa donde les mostrarían “el aposento alto”, ellos reconocerían a un hombre llevando “un cántaro de agua”, debían seguirlo al lugar donde ellos prepararían y mas tarde comerían la cena judía de Pascua final junto a Jesús y el resto de los discípulos (Lucas 22:7-12). Pronto se marcharon para realizar su misión: “Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua. Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles” – Lucas 22:13,14.

Cuando Jesús dijo a sus discípulos que él sinceramente había deseado comer esta Pascua final con ellos, se sentó a la mesa y dijo: “Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios” (Lucas 22:16). Nuestro Señor usó la palabra ‘deseado’ cuando habló del pueblo escogido de Dios, para enfatizar su gran sentimiento de amor y devoción por ellos. La palabra deseo significa ‘por encima del corazón’ o ‘algo más grande después de todo’.

EL DESEO DE PABLO

El Apóstol Pablo usó la misma palabra ‘deseo’ en la carta que escribió a los hermanos de Filipos, diciéndoles que él con sinceridad deseaba partir y estar con nuestro Señor Jesús, pero que también tenía muchos deseos de estar con ellos. Él dijo: “Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros” (Filipenses 1:23-24). Otra vez usó esta misma palabra ‘deseo’ para describir sus ansias de estar con los hermanos de Tesalónica: “Pero nosotros, hermanos, separados de vosotros por un poco de tiempo, de vista pero no de corazón, tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro” – 1 Tesalonicenses 2:17.

COMIENDO EN EL REINO

Jesús entendió que su ministerio terrenal terminaría en muy corto tiempo porque ‘la hora había llegado’. Expresó su deseo sincero de compartir la última cena de Pascua de los judíos con los que eran sus seguidores muy especiales. Fue en esta conexión que deseaba que sus discípulos entendieran que él era el verdadero cordero substituto de Dios y pronto sería sacrificado. ‘Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios’.

Los que estuvieron reunidos esa noche con Jesús en el aposento alto tuvieron un breve vislumbre de su futuro reino. Él les dijo: “Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel” (Lucas 22:28-30). Estas fueron las maravillosas palabras de estímulo a las puertas de la gran humillación y sufrimiento que él estaba a punto de soportar.

VALORANDO EL MUNDO

Jesús estuvo hablando sobre su futuro reino, cuando su tipo de novia fiel estaría con él en la gloria y compartiendo el gran trabajo de juicio. Esta maravillosa promesa tenía una importancia mucho más profunda y espiritual. No obstante, no era aún el tiempo para el entendimiento del Espíritu Santo, el cual más tarde les sería dado para ilustrarlos en el significado de la verdad y en la importancia de sus palabras.

El Apóstol Pablo da una perspectiva espiritual y la importancia del asunto de la iglesia fiel que comparte el trabajo del juicio futuro. Él explica: “¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?” (1 Corintios 6:2,3). La autoridad para ejecutar justicia y juicio durante el reino de Cristo serían dadas a nuestro glorificado Señor Jesús y los miembros fieles de su iglesia. “Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” – Hechos 17:31.

El apóstol continua explicando esto en su carta a los hermanos en Corinto diciendo: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Corintios 4:5). Jesús en el aposento alto estuvo comentando con sus discípulos durante su última cena acerca de este gran trabajo en su futuro reino.

El salmista también visualizó este tiempo y escribió estas inspiradas palabras proféticas: “Decid entre las naciones: Jehová reina. También afirmó el mundo, no será conmovido; Juzgará a los pueblos en justicia. Alégrense los cielos, y gócese la tierra; Brame el mar y su plenitud. Regocíjese el campo, y todo lo que en él está; Entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento, Delante de Jehová que vino; Porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, Y a los pueblos con su verdad” – Salmos 96:10-13.

UN PRECIO ADECUADO

Fue esencial que Jesús dejara su casa espiritual y nazca en el mundo como un ser humano perfecto para ser el Redentor de la raza humana caída. Fue que con su sacrificio como un hombre perfecto que proporcionó el precio de rescate por el pecado. “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte,así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12). Pablo explica el asunto más detalladamente: “Pues si por la trasgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia” – Romanos 5:17.

El objetivo principal del Primer Advenimiento del Maestro fue logrado con su muerte y resurrección. Esta es la voluntad de Dios para su pueblo al conmemorar la muerte de Jesús y tener esperanza de vida futura a través de él. Pablo enfatiza este punto: “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” – 1 Corintios 15:21,22.

EL CORDERO DE DIOS

Como Jesús era el verdadero sacrificio antitípico, leemos sobre el cordero típico en conexión con las instrucciones de Dios a Moisés, cuando dijo: “Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia” (Exodo 12:3). Dios en forma mas directa dijo a Moisés: “El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer” – Exodo 12:5-7.

Las instrucciones que conciernen a la selección de un cordero sin defecto de un año representa a nuestro Señor Jesús y la matanza del cordero simboliza su vida y muerte expiatoria realizada por los pecados del mundo. Este hecho es justificado por las palabras de Juan el Bautista cuando reconoció a Jesús: “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” – Juan 1:29.

ENTRADA A JERUSALEN

Los últimos días de la vida terrenal de Jesús fueron trascendentales. Mientras él entendía el significado de los acontecimientos que siguieron uno tras otro, sus discípulos se encontraban incapaces de comprenderlo. Israel estaba también ciega al acontecimiento más importante en la historia del mundo que sucedería en Judea.

Fue durante aquel tiempo que Jesús montó un pollino y pasó por las puertas de la ciudad de Jerusalén presentándose a Israel como su rey y Mesías. “Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga” (Mateo 21:1-5). Mateo se refería a la profecía de Zacarías (9:9) quien profetizó este importante acontecimiento.

Muchos de los judíos anticipadamente estuvieron atentos a la entrada inminente de Jesús a la ciudad de Jerusalén y comenzaron a preparar el camino para su llegada. Cuando lo vieron acercarse, lo aceptaron como su rey proféticamente prometido: “Tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!” – Juan 12:13.

DESPRECIADO

Aunque algunos de ellos podrían haber quedado impresionados por sus enseñanzas y los maravillosos milagros que realizó; a causa de la envidia, Jesús nunca habría sido aceptado por las autoridades religiosas de Israel, los escribas y Fariseos. Como grupo ellos habían sido antagonistas a él desde los inicios de su ministerio terrenal y nunca desperdiciaron oportunidad para perjudicarlo enfrentándolo a la gente. Sin embargo, las personas apreciaron las palabras amables que el Maestro habló. “Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían: Verdaderamente éste es el profeta. Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo?” (Juan 7:40,41). Mucha discusión continuó y una división surgió entre ellos, pero: “Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” – Juan 7:46.

MILAGROS MARAVILLOSOS

Fueron muy convincentes para el pueblo judío los muchos milagros que hizo Jesús. Este hecho maravilloso es reflejado por las palabras del hombre que había sido ciego de nacimiento cuando nuestro Señor ejerció su poderoso poder para curarlo. Los Fariseos rechazaron que Jesús había devuelto la vista al ciego tomando tierra, mezclándolo con su saliva, untando sus ojos y luego ordenándole lavarse en el estanque de Siloé (Juan 9:1-15). En vez de reconocer la maravillosa gracia y excelente poder que Jesús poseía, algunos Fariseos dijeron: “Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos” (Juan 9:16). Entonces los líderes religiosos presionaron con sus preguntas, aún no creyendo que el hombre era ciego de nacimiento. “Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador. Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo” (Juan 9:24,25). El ciego reconoció que no entendía todo lo complicado de la gran bendición que acababa de recibir, pero contestó a los líderes religiosos que una vez que fue ciego, pero ahora podía ver.

Además del ciego, habían leprosos que habían sido limpiados, lisiados que habían vuelto a caminar, otros que fueron poseídos por demonios habían sido liberados y aún los muertos habían sido levantados a la vida. Quizá muy pocos fueron capaces de comprender mucho lo que nuestro Señor Jesús había enseñado, pero realmente entendieron que habían sido bendecidos, lo mismo que sus parientes y amigos. Un número considerable de habitantes en Israel estuvo favorablemente de acuerdo con Jesús y no serían fácilmente influenciados por los Escribas y Fariseos para atentar contra su vida. Por encima de todo, Jesús fue cubierto por el maravilloso cuidado providencial de su Padre Celestial que impidió a sus enemigos lograr sus malos designios contra él hasta que el tiempo previsto hubiera llegado para su sacrificio.

LA ÚLTIMA NOCHE DE JESUS

Las mentes de los discípulos sin duda fueron desestabilizadas cuando se reunieron en el aposento alto para tomar la Pascua de los judíos con Jesús. El aire mismo debe haber estado lleno en un sentido de presagio e inminente tragedia. Entonces Jesús les dijo: “Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas golpearé al pastor, y la oveja de la multitud será dispersada en el extranjero” (Mateo 26:31; Zacarías 13:7). Jesús les hace saber que uno de ellos conspiraba para traicionarlo. Dijo: “No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar” (Juan 13:18). “Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, Alzó contra mí el calcañar” [Salmo 41:9]. Según la Escritura, nuestro Señor estuvo profundamente apenado: “Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar” – Juan 13:21.

Sumado a todo este testimonio de traición, Lucas registra: “Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor” (Lucas 22:24). La respuesta de Jesús a sus discípulos fue que el mayor entre ellos sería un siervo, agregó: “Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas” (Lucas 22:28). El Maestro percibió la motivación en los corazones de sus discípulos revelados en su conversación con Simón Pedro: “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (Lucas 22:31,32). La respuesta del apóstol fue positiva: “Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo” – Mateo 26:35.

Recordamos las palabras del profeta (Isaías 53:1-12), así como la advertencia de Jesús (Mateo 26:31), que todos sus discípulos serían escandalizados por él esa noche. El Maestro entonces dijo: “Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces” (Lucas 22:34). Más tarde niega a su Señor: “Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó” (Lucas 22:60), como Jesús había pronosticado: “Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” – Lucas 22:62.

EL HUERTO DE GETSEMANI

Más tarde, cuando Jesús se dirigió al Huerto de Getsemaní para orar, sus discípulos lo siguieron. Él sabía que sería la última noche antes de su muerte la más oscura en toda la historia humana (Lucas 22:53). Su corazón estaba lleno de dolor y angustia, por eso les pidió a Pedro, Jacobo y Juan acompañarlo más lejos. “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” – Mateo 26:39.

El Maestro había pedido a sus seguidores más cercanos detenerse en el huerto con él, pero cuando retornó de orar, los encontró dormidos. Su pena y decepción son puestas de manifiesto cuando él volvió y los encuentra dormidos hasta por una tercera vez. “Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores” (Mateo 26:45).Al poco tiempo Judas llegó con los hombres armados para detenerlo. “Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron” – Mateo 26:46-56.

JUICIO Y EJECUCIÓN

Varios aspectos del juicio de Jesús son registrados en los cuatro Evangelios y es sin la duda el juicio más significativo que alguna vez haya ocurrido en la historia del mundo. El Sanedrín era el cuerpo legal que estaba compuesto por los Saduceos, Fariseos y autoridades de Israel. Ellos instalaron un tribunal en una sesión secreta de noche con pruebas inventadas y contradictorias contra nuestro Señor Jesús, el Mesías verdadero que Dios había enviado en medio de ellos.

El Maestro fue atado y llevado rápidamente para comparecer ante Anás, quien era suegro de Caifás, el sumo sacerdote aquel año (Juan 18:12-14). Luego fue conducido a Caifás donde los principales y el concilio entero buscaron testimonios falsos contra Jesús (Mateo 26:57-68). Desde allí, fue llevado ante la asamblea de los principales y escribas que le trajeron ante el concilio del Sanedrín donde exigieron su muerte Lucas 22:66-71.

Cuando los líderes judíos religiosos habían dictaminado que nuestro Señor era culpable, entonces fue llevado ante Pilato, el gobernador romano de Judea, para ejecutar la sentencia (Lucas 23:1-7). Sin embargo, Pilato no podía encontrar ninguna culpa en Jesús y lo remitió a la jurisdicción de Herodes Antipas que era el jefe de ese lugar ó Tetrarca. Herodes había escuchado de Jesús y sus poderes para realizar milagros y estaba ansioso de verlo, pero luego lo envió de regreso a Pilato para que sea ejecutado (Lucas 23:8-11). Pilato otra vez convocó a los principales que decían que Jesús era digno de muerte. “Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: ¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás! Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad y por un homicidio. Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale!” – Lucas 23:18-21

Ellos coronaron este Rey de amor con espinas, escupieron sobre él y se burlaron. Le hicieron cargar su propia cruz, finalmente fue clavado sobre ella para morir. Sobre su cabeza, por instrucciones de Pilato, ellos colocaron la inscripción: “ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS” escrito en griego, latín y hebreo (Lucas 23:38). Pilato quiso que el mundo supiera que este hombre excepcional moría porque los judíos lo odiaban y lo habían rechazado como su rey. Pero desde el punto de vista de Jesús, él moría como el Salvador del mundo.

VIOLACIÓN DE LA LEY JUDÍA

El juicio a Jesús y las presentaciones ante el Sanedrín Judío y reglas romanas fueron realizadas apresuradamente durante la oscuridad de la noche por los principales y líderes religiosos de Israel (Juan 18:28). Su muerte y el ser removido su cuerpo de la cruz, era necesario antes de la fiesta especial que era de gran solemnidad Juan 19:31.

Los principales de Israel habían recurrido deliberadamente al soborno, la conspiración, la manipulación de la muchedumbre, la perversión del juicio violando su propia ley (Exodo 23:1-3; Deuteronomio 16:19). Ellos levantaron falso testimonio contra Jesús (Exodo 20:16), exigieron su muerte por la crucifixión y pusieron al asesino Barrabás en libertad en vez de nuestro Señor (Mateo 27:15-26). Además, los judíos habían rechazado al rey verdadero que Dios les había enviado. “Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César” – Juan 19:14,15.

Jesús sabía que esta había sido la voluntad del Padre que él muriera y con mucho agrado la cumplió. Quizá totalmente no comprendió hasta cerca de su final, que su muerte debía ser tan ignominiosa y que sería acusado de blasfemia y traición. Para uno que había hecho solamente lo bueno, que había honrado a su Padre Celestial en cada pensamiento, palabra y hecho, fue humillado. Él estuvo listo a morir como el Redentor del mundo y esta fue la voluntad del Padre.

MIEMBROS DEL CUERPO

Como miembros del cuerpo de Cristo, es nuestro privilegio sufrir y morir con Jesús. Cuando conmemoramos otra vez su muerte, también reafirmamos nuestra propia determinación de seguir fielmente sus pasos. La copa de la cual él bebió es también la copa de la cual bebemos y el pan que él quebró también representa el pan que comemos.

El sufrimiento de Cristo continúa en los sacrificios diarios realizados por sus seguidores. “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección” (Romanos 6:5). Esto ha sido la manera en la cual el plan de Dios ha sido cumplido durante la presente edad del Evangelio. Dediquemos nuestras propias vidas para seguir más fielmente en los pasos del Redentor, regocijémonos en el privilegio del sufrimiento y muerte con él para que nosotros podamos vivir y reinar con él Romanos 8:17.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba