LECCIONES DE ESTUDIO DE LA BIBLIA INTERNACIONAL |
Dios guía al hombre a decidir
Versículo clave: “Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” Escritura seleccionada: |
FUE BUENO QUE A TRAVES del corto ministerio terrenal de Jesús preguntara a sus discípulos en lo concerniente a lo que decía la opinión pública acerca de él: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo de hombre?” (versículo 13). Los discípulos indicaron que había muchas opiniones en cuanto a su identidad. Unos pensaban que era Juan el Bautista; otros Elías, otros Jeremías o alguno de los profetas” (versículo 14).
Volteando hacia sus discípulos, Jesús preguntó: “¿Y vosotros quien decís que soy?” (versículo 15). Pedro contestó: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente’. Pedro estaba convencido que Jesús era el personaje más importante de quien se había profetizado en el Antiguo Testamento; que verdaderamente era el Mesías prometido y que había venido para dar cumplimiento a todas aquellas maravillosas promesas de salvación para Israel y las bendiciones para todas las familias de la tierra.
Jesús estuvo complacido con esta respuesta, ya que esto reveló que Pedro había comprendido la verdad concerniente a él y respondió a su fiel apóstol: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (versículo 17). Esta gran verdad no había llegado a Pedro por un proceso de razonamiento humano, sino por el poder de revelación del Espíritu Santo de Dios.
Cuando Jesús dijo al apóstol: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia” (versículo 18), él usó dos palabras griegas diferentes. En la primera traducción, ‘Pedro’ literalmente quiere decir un guijarro o un pequeño fragmento de roca, mientras que la palabra traducida ‘roca’ quiere decir una piedra grande o una roca. De este modo, Jesús no dijo que su iglesia sería construida sobre Pedro, sino sobre una piedra o roca mucho más sustancial. Y ha sido construida sobre la gran verdad expresada por Pedro, ‘Jesús el Cristo, el Hijo del Dios viviente’.
Cuando la iglesia es construida, como Jesús le explicó a Pedro, “las puertas del infierno (Hades) no prevalecerán contra ella” (versículo 18). La palabra ‘infierno’ aquí es traducida de la palabra griega ‘hades’, que significa un estado de muerte. El propósito de la iglesia en el plan de Dios es trabajar con Jesús en el rescate de toda la humanidad de la muerte. Él tiene las llaves de la muerte y el ‘Hades’ abrirá sus ‘puertas’ y pondrá a los cautivos de la muerte en libertad. Las puertas no prevalecerán para retener a sus prisioneros.
Jesús le dijo: “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos” (versículo 19). Pedro usó una de las ‘llaves’ el día de Pentecostés, cuando a través de su sermón él abrió los privilegios del reino a los creyentes judíos. Usó otra llave tres años y medio más tarde cuando abrió a Cornelio una oportunidad similar de ingresar al reino, el primer gentil convertido.
Hacia el final de su ministerio Jesús comenzó a declarar a sus discípulos sobre el momento de su detención y muerte. Pero Pedro procuró disuadir a Jesús para no morir voluntariamente. Le dijo: “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca”. La respuesta de Jesús fue: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (versículos 22 y 23). Era la voluntad de Dios que Jesús muriera, sino el mundo no hubiera podido ser redimido de la muerte.