DOCTRINA Y VIDA CRISTIANA

El Poder de la Resurrección

“A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte”
—Filipenses 3:10

EN ESTE TIEMPO DEL FIN cuando el conocimiento está aumentando, la ciencia demuestra que hay una forma pequeña de energía poderosa que se almacena en los átomos en la construcción de los bloques de la naturaleza. De hecho, el mundo se siente temeroso por motivo que algún imprudente libere ésta energía que podría causar estragos terribles sobre la humanidad, incluso destruirla. ¡Realmente con muy poca energía es provocada la explosión de bombas nucleares de hidrógeno, comparada con la energía Todopoderosa del Creador quien diseñó y construyó todos los átomos en el universo entero!

El hombre caído, en su egoísmo, es capaz de usar el poder creado por Dios para destruir. Dios emplea su poder para crear y restaurar. En muchas partes del mundo se recuerda un acontecimiento que muestra un poder que va más allá de lo que la mente humana pueda imaginar. Nos referimos a la resurrección de Jesucristo de los muertos. Pablo dice de esto: “y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” — Efesios 1:19,20.

La resurrección de Jesucristo fue más que un despertar del sueño de muerte. Fue una exaltación al más alto plano de vida en el universo el Divino “sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” — Efesios 1:21-23.

Mientras no comprendamos todo el poder involucrado en un hecho tan poderoso como este, debemos alegrarnos en la mas grande seguridad que encontramos en la Palabra de Dios siendo una esperanza para ayudarnos en momentos de necesidad; no incondicionalmente sino en proporción a nuestra fidelidad y al permitir que nuestras vidas sean un sacrificio con Jesús. Es por esto que Pablo lo refiere en el versículo del tema. Él dijo que había “sufrido la pérdida de todas las cosas” pero que él podía conocer a Cristo, “y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos” — Filipenses 3:8,10,11.

El poder de Dios nos da la fuerza necesaria para rendirle nuestras vidas diariamente como sacrificios vivos. El Señor no usa su poder para obligar a su pueblo a realizar su voluntad. Pero, si muestran una buena voluntad de sacrificio, él proporciona la oportunidad y la fuerza necesaria para soportar las pruebas que su aceptación puede implicar. Pedro presenta la apropiada secuencia de pensamientos en este caso. Él escribió: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” — 1 Pedro 5:6,7.

Pablo escribió que sentía todas las cosas como perdidas, ya que él conocía el poder de la resurrección de Jesús, indudablemente tenía en mente el poder del Padre Celestial que es concedido a su pueblo mientras ellos rinden sus vidas como un tipo de sacrificio con Jesús y el empleo de aquel poder en la iglesia con respecto a la primera resurrección. De esta manera tenemos compañerismo en los sufrimientos de Cristo y somos ‘hechos conforme a su muerte’, eso lo experimentaremos con el poder de Dios al levantarnos de la muerte y exaltarnos en su propia mano derecha con Cristo.

UNA NUBE DE TESTIGOS

En Hebreos, capítulo 11, el Apóstol Pablo describe como una nube de testigos a los hombres y mujeres quienes en tiempos antiguos demostraron su fe en Dios y en sus promesas, algunas veces con el costo de sus vidas. Dos grupos son catalogados; el primero, los que tenían fe por las demostraciones de Dios hacia ellos ayudándolos y cuidándolos; en el segundo grupo están los siervos a quienes se les permitió sufrir y morir, un remanente fiel que a pesar de las pruebas no pudo ver realizadas las promesas de Dios.

Del primer grupo leemos: “Que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección” — Hebreos 11:33-35.

¡Cuán emocionante debe haber sido para aquellos siervos queridos de Dios en los tiempos antiguos, el poder contemplar la manera milagrosa como su Padre Celestial los apoyó ayudándolos a derrotar a sus enemigos! Incluso los que no aceptaron la liberación de sus atormentadores, rechazaron hacerlo así debido a que su fe estaba en las futuras muestras del poder Divino cuando los levantaría de la muerte. También nos regocijamos cuando notamos la maravillosa manera por la cual el Señor nos bendice cuando caminamos en el camino estrecho del sacrificio.

Pablo nos recuerda de otras experiencias en las cuales la fe nos muestra que es necesario confiar en el Señor aún sin entender el significado de su providencia. En tales experiencias estamos animados con el ejemplo de otros personajes ó antiguos adoradores. Acerca de ellos leemos: “Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros” — Hebreos 11:36-40.

Mas adelante, que diferentes fueron las experiencias comparadas con los que ‘dominaron reinos’ y ‘detuvieron las bocas de los leones’. Era como si Dios no estuviera cerca para liberarlos de las pruebas. Su Padre Celestial estuvo cerca, aún cuando se permitió a sus enemigos triunfar sobre ellos, su fe era fuerte. Su punto de vista se puede comparar con lo expresado por los tres hebreos al rey, que mientras su fe estaba viva, Dios los protegería al ingresar al horno ardiente; si él no lo hiciera así, aún confiarían en Dios y no adorarían a la imagen que el rey había levantado Daniel 3:16-18.

¡Qué inspirador es para nosotros este ejemplo! Soportaron con poca o ninguna evidencia que Dios estaba realmente con ellos. Su comprensión del Plan Divino fue tan limitada comparada con el nuestro. Aunque hubieran entendido que posición ocuparían en el Plan Divino cuando fueran resucitados, esta habría sido una esperanza modesta, comparada “al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14), lo cual ha sido ofrecido al pueblo del Señor de esta edad. Como Pablo dijo: Dios ha provisto, “alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros” — Hebreos 11:40.

Algo mejor, “vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad” (Romanos 2:7). Nos han sido dadas “preciosas y grandísimas promesas” por las cuales, si somos fieles a ellas, seremos hechos “participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4). Sin embargo, no lo podríamos lograr por nuestra propia suficiencia o poder, pero si por el poder del Espíritu Santo, el poder de Dios, el poder que levantó a Jesucristo de los muertos.

Este poder de la resurrección nos fortalece contra cada prueba del adversario; sustituye el miedo por el coraje; nos da corazones fuertes contra la debilidad y fuerza renovada a los abatidos. Sin embargo, este poder de la resurrección no nos librará de las pruebas; no evitará el sufrimiento; pero si nos ayudará a resistir cualquier experiencia que pueda llegar, sea de alegría o de aflicción. En la alegría nos mantendremos humildes; en el dolor será nuestra consolación. Esta es la herencia presente del pueblo de Dios que se encuentra caminando en los pasos de Jesús.

Nuestra futura herencia es de gloria “la gloria más eminente” (2 Corintios 3:10). Todas las ventajas actuales, la riqueza, el prestigio, la comodidad o alegría mundana, no son nada comparado con esta gloria y son consideradas como pérdida, completamente diferente a cuando contemplamos la gloria excelente a la cual nosotros hemos sido llamados. Es más maravillosa que la perfección terrenal a la cual la humanidad en general será restaurada, sobresaliendo la mejor resurrección de los adoradores del pasado. Pablo escribe: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” — 2 Corintios 4:17,18.

Sea nuestro deseo contemplar el poder de su resurrección, renovados en la fe y el coraje para proseguir hacia aquel premio glorioso, obteniendo la victoria como nuestra por medio del Señor, quien nos amó y murió por nosotros, a quien todo poder ha sido dado para socorrernos, para lograr participar en el Plan de salvación de nuestro Padre Celestial. El poder de Jehová -el poder que levantó a Jesús de los muertosseguirá trabajando en nosotros y para nosotros, hasta que finalmente exaltados y glorificados podamos estar ante su presencia donde hay plenitud de alegría por siempre jamás.

Con el reino establecido, las bendiciones de paz, alegría y vida, comenzarán a fluir a la humanidad. Nos alegramos en esta perspectiva brillante para el mundo lleno de pobreza y enfermo de pecado. Millones de millones conmemorarán la resurrección de Cristo, con corazones llenos de miedo por la calamidad que podría caer sobre ellos y toda la humanidad. No comprenderán que el poderoso poder que levantó a Jesús de los muertos será pronto manifestado por Cristo en el hecho que tomará el control de los asuntos de la tierra y el establecimiento de la paz; ofreciendo salud y vida a todos los dispuestos y obedientes.

El mismo poder de su resurrección, después de haber levantado en la primera resurrección a los que vivirán y reinarán con Cristo, resucitará a la gran multitud para servir en el templo; traídos también los adoradores antiguos en la mejor resurrección, en última instancia despertará a todos los que están dormidos en la muerte para que puedan tener una oportunidad de compartir las bendiciones del reino. Seguramente nuestra esperanza es bendita y la más preciosa porque sabemos que en el Plan Divino hay una provisión de amor para toda la humanidad.

Como nos alegramos al comprender que:

En poco tiempo, las luchas de la tierra serán terminadas; en poco tiempo sus lágrimas se limpian; en poco tiempo, el poder de Jehová dará vuelta a esta oscuridad en día glamoroso. En poco tiempo, las enfermedades que ahora están en los hombres pertenecerán al pasado; en poco tiempo, el amor que los redimió una vez, cambiará su lamento en canción de agradecimiento. En poco tiempo, se dibuja más cerca el amanecer brillante de ese día glorioso. Alabad a Dios, la luz está en crecimiento cada hora, el día perfecto cada vez está brillando más claramente.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba