DOCTRINA Y VIDA CRISTIANA

La Resurrección de los Muertos II

QUE CLASE DE CUERPOS

La pregunta surge en cuanto a lo que la gente gozará en la resurrección. Esta ha sido una pregunta histórica y Pablo trata en su epístola sobre este asunto: “Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?”. La respuesta de Pablo dice: “Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo” 1 Corintios 15:35-38.

En los días de Pablo estaba de moda la teoría errónea que no había muerte, de tal manera que él pensó que era necesario enfatizar que no podía haber ninguna resurrección de los muertos si nadie estaba muerto. ‘Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes’. Entonces él explica que el cuerpo que es sembrado en la muerte no será inmediatamente resucitado. Lo que es resucitado él lo describe como ‘el grano desnudo’. Explica que a cada grano desnudo le será dado un cuerpo en la resurrección como le plazca al Señor. ‘Para cada semilla su apropiado cuerpo’.

En el versículo cuarenta Pablo explica que “hay también cuerpos celestiales y cuerpos terrenales” o cuerpos espirituales y terrenales. Cuando él dice que a cada grano desnudo le darán su propio cuerpo apropiado, él simplemente quiere decir que en la resurrección unos tendrán cuerpos espirituales y otros cuerpos terrenales, el factor determinante sería que tipo de grano desnudo es sembrado en muerte.

¿Cuál es entonces el grano desnudo que es sembrado? Obviamente la referencia de Pablo es la mente, la personalidad, que ahora encuentra la expresión a través del organismo, el cuerpo, en particular el cerebro. Cuando el cuerpo muere, esta mente o personalidad, es dejada “sin ropas”, desnuda. Deja de existir a excepción de como el Señor es capaz en su voluntad, de restaurarlo en la resurrección dándole un cuerpo apropiado para encontrar la expresión adecuada.

Como Pablo explica más adelante en este maravilloso capítulo sobre la resurrección, que Adán, el padre de la raza humana, era “de la tierra, terrenal” (vs. 47). La tierra era su hogar, era natural que su mente y sus afectos estuvieran centrados en las bendiciones terrenales con las cuales él fue creado. Su descendencia entera de la misma manera ha sido ‘de la tierra, terrenal’. Los deseos naturales de toda la humanidad son para las cosas terrenales. Sus afectos son centrados en ellos y deberían estar fuera de lugar en cualquier otro medio ambiente.

Sin embargo, un cambio ocurre con los seguidores de Jesús. Por el poder del Espíritu Santo, ellos son engendrados espiritualmente en una esperanza nueva. Jesús prometió a sus discípulos que él prepararía “un lugar” para ellos y que estarían con él en aquel lugar (Juan 14:2). Mientras nuestras mentes finitas no pueden entender los detalles de una existencia espiritual, las Escrituras nos animan a poner nuestro “afecto en las cosas de arriba”, “donde está Cristo sentado a la diestra de Dios” — Colosenses 3:1,2.

El Apóstol Juan escribió: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2). Pablo escribió: “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial” (Hebreos 3:1). También escribió de su determinación por lograr este gran premio en su llamamiento divino, diciendo: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14). Aquellos que han puesto su esperanza en lo celestial son descritos por Pablo como nuevas criaturas 2 Corintios 5:17.

Desde el momento en que aceptamos a Jesús y nos dedicamos a seguirlo en sus pasos de sacrificio, es que se inicia una transformación de nuestra mente. Pablo lo expresa: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2). Aunque todavía en la carne y rodeado de cosas terrenales, nos es ofrecida una recompensa divina en la esperanza de la resurrección; entonces ponemos nuestros afectos sobre las cosas de arriba. Una nueva dirección de nuestra mente se desarrolla, llegando a ser cada vez más influyente en nuestra vida.

Esta nueva mente espiritual es preparada a las cosas divinas bajo las influencias de todas las grandes y preciosas promesas que proceden de Dios, es el grano desnudo que es sembrado en la muerte. Mientras aquí en la tierra, esta nueva mente puede imperfectamente expresarse por sí misma, siendo encadenado por los deseos naturales de la carne, una carne corrupta, con la maldición del pecado y muerte. Pero siendo sembrado en este cuerpo corrupto, este grano desnudo, la nueva mente espiritual, es levantada en un cuerpo glorioso espiritual conveniente para cada necesidad. Así será la resurrección de la clase de las primicias. Pablo lo explica: “Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal y hay cuerpo espiritual” — 1 Corintios 15:42-44.

Esta es la esperanza de resurrección de la clase de las primicias. Es una esperanza gloriosa celestial. Pero, como Pablo enfatiza, en la resurrección ‘hay un cuerpo natural’ así como ‘un cuerpo espiritual’. Sin embargo, solo aquellos quienes sufren una transformación de mente y carácter por la influencia de las promesas divinas de la Biblia, participarán en la resurrección espiritual. Sólo ellos serán admitidos en el hogar espiritual.

A cada semilla o grano desnudo le será dado apropiadamente su propio cuerpo; entonces los que no han estado poniendo sus afectos sobre las cosas de arriba (celestiales) sino en las cosas terrenales, serán restaurados a la vida como seres humanos, tal como ellos lo eran antes. Estos serán despertados de la muerte durante el milenio y si obedecen las leyes del reino de Cristo, serán restaurados a la perfección, llena con la naturaleza humana como Adán la disfrutó antes que transgrediera el mandato Divino.

CUANDO — LUEGO

En el versículo cincuenta y cuatro Pablo otra vez pone en relieve el orden Divino de la resurrección. Habiendo escrito en el versículo veintitrés sobre las primicias de la resurrección y luego los que son de Cristo en su venida, Pablo ahora confirma esto diciendo: “Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria” — 1 Corintios 15:54.

Los términos ‘cuando’, ‘tendrá’ y ‘luego’ son lo más significativo en este texto ‘Cuando esto mortal se haya vestido de inmortalidad’. Esto indica que la primera resurrección para ser completa, la clase de las primicias enteramente será levantada de la muerte y unida con su Señor y Cabeza en el reino celestial’. Luego, es decir ‘después, más adelante’, esto mortal será cambiado a inmortalidad, “será traído a mención el refrán que está escrito: Sorbida es la Muerte en victoria”.

Este refrán está contenido en una de las promesas excepcionales del Reino en el Antiguo Testamento y las bendiciones que serán disponibles para toda la humanidad. Es una de las promesas de la resurrección que Dios hizo registrar a sus profetas. La promesa describe el Reino de Cristo como una “montaña” en la cual el Señor hará de anfitrión a todos los pueblos con un “banquete de manjares suculentos”. Es en este Reino, el profeta afirma, en que la voluntad del Señor “destruirá la muerte para siempre” y asimismo “enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros” — Isaías 25:6–9.

Es una promesa gloriosa la resurrección para la raza pecadora. Para que la muerte sea consumida en victoria significa que los muertos deben ser restaurados a la vida. Durante los mil años del Reino los muertos continuarán resucitando, incluso despertará el mismo Adán así como el resto de injustos, los Sodomitas, Moabitas, Elamitas y Amonitas. Sí, todos los redimidos del Señor retornarán.

No retornarán para ser llevados a la “segunda muerte” a menos que luego prueben por si mismos ser pecadores incorregibles (Apocalipsis 20:14). No serán despertados de la muerte para ser enviados a la tortura eterna. Mientras que nuestro texto declara: ‘Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido’.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba