DOCTRINA Y VIDA CRISTIANA

El Regalo Indecible de Dios II

EL INTERÉS DE JESÚS en sus apóstoles, y en los que creerían en él y en su ministerio, se evidencia en la oración a su favor. Él dijo: “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son,  y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.  Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy de mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” Juan 17:9-17

¡Qué profundidad de interés que demostró Jesús en aquellos a quienes el Padre le había dado para ser sus hermanos y amigos! En esta oración podemos observar otro aspecto del carácter glorioso quien es todo amor, el único quién es el regalo indecible del Padre para nosotros, y en el futuro para el mundo entero.

Este supremo amor abrazó al mundo, y esto se revela en su vida de oración. Aun rogando por aquellos a quienes el Padre le había dado para ser sus embajadores, él no ocultó su interés por el mundo. En la oración por ellos, Jesús agregó: “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” Juan 17:21. En este texto, el cual nos habla del regalo amoroso de Dios que dio a su hijo Unigénito, somos informados que cualquiera que creyera en él, no morirá, para tener vida eterna. Cuando Jesús oró para que el mundo pueda creer, él solicitaba a su Padre vida para todo el mundo. Esto está en armonía con la oración que él enseñó a sus discípulos: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). Esto, en realidad, es una oración para la bendición del mundo. Jesús estaba interesado en el mundo. Él vino a dar su vida para que toda la humanidad tenga la oportunidad de vivir.

LA LEALTAD DE JESUS

Jesús en su existencia pre-humana, debido a su lealtad en la diaria comunión con su Padre, también lo estuvo durante el inicio de su ministerio terrenal. Un poco después de su bautismo, Satanás procuró desviar a Jesús de su curso de obediencia, pero falló. Primero, Satanás sugirió que usara los poderes dados por su Padre para convertir las piedras en pan y satisfacer su hambre. Su respuesta fue: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Mateo 4:4

Apreciamos un vez más la absoluta obediencia del regalo indecible de Dios observando su insistencia respecto a la necesidad y la importancia de cada palabra pronunciada por su Padre. Este es un agudo contraste a la actitud de muchos que profesan ser seguidores de Jesús, que en su carnalidad, buscan y obedecen solamente las instrucciones de la Biblia que armonicen con sus propias maneras de pensamientos y hechos. Pero Jesús el perfecto, estaba en alerta para obedecer cada palabra de su Padre, sin importar el costo que le ocasionaran estas circunstancias; el costo de la obediencia era el tener hambre y enfrentarse a su “adversario el diablo” — I Pedro 5:8

Fallando en su primera tentativa, Satanás se acerca a Jesús desde otro punto de vista. “Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de tí, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.” — Mateo 4:5,6

Aquí se presenta una tentación a la desobediencia apoyada por una aplicación errada de la Escritura. Era una tentación atractiva pero sugería una manera de lograr renombre y notoriedad. Si Jesús podía sentir el gozo de la protección de los ángeles, aun desafiando las leyes de la naturaleza, podría tener el mundo en sus manos. De manera menos espectacular, muchos se han rendido a este tipo de tentación. En un principio, la tentación se presenta como una exhibición de grandes y maravillosos trabajos como prueba de las bendiciones del cielo. Mateo 7:22.

Jesús perfecto, regalo indecible de Dios, no se rindió a esta tentación. Su réplica otra vez fue: “escrito está”. Cada palabra que había sido escrita se debía aplicar en dirección a una vida de amor. Esta palabra que él aquí aplicó fue: “No tentarás al Señor tu Dios” Mateo 4:7

Cuarenta días antes de este evento, Jesús había oído la voz de su Padre en esas palabras tranquilizadoras, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). Con esta seguridad no hubo ninguna duda en la mente de Jesús concerniente a su comunión Divina. Esperar que su Padre dijera o hiciera más para convencerlo, sería evidencia de su propia carencia de fe, por lo tanto sugerir que Dios retirara su favor.

Jesús no estaba preocupado si el mundo creería que él era el Hijo de Dios, aunque sabía que esta circunstancia lo conduciría a la persecución y muerte. Pero eso no le importó, porque el propósito de su existencia ‘hecha carne’ era que diera su humanidad en muerte para la vida del mundo. Él sabía que era el Hijo de Dios, y esto era todo lo que importaba ¡Cómo este ejemplo de su corazón debería serlo para nosotros!

El tercer acercamiento de Satanás fue otra vez diferente. Como “príncipe de este mundo” (Juan 12:31), él ofreció compartir su autoridad con Jesús. La condición fue, “Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mateo 4:9). En esta oportunidad Satanás no usa la Escritura. Fue simplemente una tentación engañosa para que Jesús desobedeciera. Pero cada palabra por la cual Jesús vivió fue aplicada por él para resistir la tentación. La réplica del Maestro fue: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” Mateo 4:10

Jesús, el regalo indecible de Dios, había venido al mundo para ser Rey. Él sabía que en el debido tiempo de su Padre todas las partes de la tierra serían puestas bajo su dominio. Jesús también sabía que primero él debía sacrificar su vida para redimir a la humanidad de la muerte. Su regla soberana estaba por encima de las condiciones de vida normales, no como la de otros que estaban moribundos y condenados a muerte. Había solamente una forma de obtener esta posición en el plan de su Padre, y esta era por humilde obediencia. Él no tenía ningún deseo de tomar otro curso, más que éste, que era una expresión llena de amor, el amar a Dios con todo su corazón, mente, alma y fuerza.

DIRIGIDO PARA EL MUNDO

Jesús amó al mundo; a todo el mundo. Su natural deseo había sido conceder bendiciones, curaciones y proclamar las buenas nuevas del Reino, a todos, Judíos y Gentiles por igual. Pero en esto también él puso a un lado lo que podría haber estado en sus propias preferencias, y sirvió en armonía con cada palabra de su Padre Celestial. Cuando él envió a sus discípulos en el ministerio él prohibió ir a los Gentiles. “sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 10:6). Más adelante, cuando una mujer gentil buscó una bendición de él para su hija, él dijo: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” Mateo 15:24

Esta mujer persistió, y Jesús dijo: “No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos” (vs. 26,27). El corazón de Jesús lleno de empatía fue tocado por esta exhibición de humildad y fe, y le concedió la petición a la mujer. El hecho de que Jesús hizo esta excepción enfatiza la restricción que la palabra del Padre había puesto sobre su ministerio, una restricción que él respetó y obedeció.

La obediencia de Jesús a la palabra de su Padre Divino se revela más a fondo con su observancia de los tiempos y de las estaciones en el Plan Divino. Los enemigos de Jesús, desearon llevarlo a muerte, más específicamente en Judea. Sabiendo esto, él dirigía su ministerio en Galilea. “Y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. Porque ni aun sus hermanos creían en él. Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto” Juan 7:3-6

Jesús todavía estaba en Galilea cuando Lázaro murió. Después de dos días él anunció a sus discípulos que retornaba a Judea. Le recordaron los peligros que esto implicaba. Él contestó, “¿no tiene el día doce horas?” indicando su sentido del tiempo (Juan 11:6-9). En Mateo 26:18, encontramos a Jesús diciendo que su tiempo no había llegado. Él entonces no vaciló en regresar a Judea, aun cuando él sabía que lo arrestarían y lo llevarían a muerte. Así su observancia de los tiempos del Padre evitó que su vida estuviera en peligro, y reiterar su compromiso de sacrificio cuando llegara su hora.

LA HUMILDAD DE JESUS

Otro rasgo hermoso en el carácter de Jesús era su humildad. “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan 7:46), pero él siempre estaba alegre al decir: “Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras” (14:10) “porque el Padre mayor es que yo” (Juan 14:28) una vez más dice: “No puedo yo hacer nada por mí mismo” Juan 5:30

Otra forma de expresión de humildad de Jesús estaba en su buena voluntad de dejar la gloria que él tenía con el Padre en su existencia pre-humana, para ser un hombre. Como tal, se humilló aún más haciéndose un siervo y sufriendo la humillación de la cruz. La manera que Pablo expresa esto, era que Jesús no buscó “ninguna vanagloria” y él “se humilló asimismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” Filipenses 2:5-8

Jesús era también humilde en su actitud de admitir su carencia del conocimiento con respecto a algunas de las características del tiempo futuro en el Plan Divino. Cuando le preguntaron acerca del Segundo Advenimiento, él reconoció humildemente que no lo sabía. Dijo que en aquel momento solamente su Padre Celestial lo sabía. (Mateo 24:36) Esto contrasta con la actitud de muchos de sus seguidores, que aun cuando no lo saben, les gusta hacer que sus hermanos piensen que saben mucho sobre los tiempos y las estaciones que todavía no se han revelado al pueblo del Señor.

En este final de la edad, cuando estamos viviendo en la parusía [presencia en griego] de nuestro Señor, todos los consagrados están concientes que tan largo será el tiempo antes que el último miembro de la iglesia pase más allá del velo, y se establezca el Reino. Ésta es la pregunta más frecuentemente efectuada por las personas consagradas al Señor. La mayoría admite, como Jesús lo hizo, que ellos no lo saben. Otros, al parecer vacilantes admiten su carencia del conocimiento, especulando sobre ella, y fijan una fecha después de otra. Mucho mejor es que todos sigamos el ejemplo de Jesús y admitamos sinceramente que no lo sabemos. Verdaderamente este único amoroso, quien es el regalo indecible de Dios a nosotros, es un verdadero ejemplo en cada aspecto de la adoración verdadera, que debemos esforzarnos en imitar.

LA SUMISION DE JESUS

Jesús era sumiso a la voluntad de su Padre. La sumisión está en concordancia con la humildad. Esto envuelve a la humildad en un aspecto de sufrimiento. Pedro escribió al referirse a Jesús: “quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” — I Pedro 2:23

Jesús sabía que una simple experiencia, amarga o dulce, podría experimentar sin el permiso del Padre. Por lo tanto, no buscó la venganza contra los que lo persiguieron, pero sencillamente miraba a su Padre para aprender sabiduría en cualquier experiencia y para que acepte los golpes de la vida humildemente que le permitiría mirar a su Padre : “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” Lucas 22:42

LA COMPASION DE JESUS

Jesús era comprensivo y compasivo. En Mateo 9:36, leemos: “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”. Una forma de la manera como la compasión de Jesús lo movió al sacrificio y fuerza por las multitudes nos es mostrada en conexión con los milagros.

Esto ocurrió el mismo día que Jesús había dicho a sus discípulos: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco” La razón de esta invitación se explica así: “Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer” (Marcos 6:31). En un intento por escapar de la muchedumbre para estar solo y descansar, Jesús y sus discípulos entraron en un barco y cruzaron a la orilla opuesta del mar de Galilea. Estaba al parecer cerca del otro extremo del mar, y muchos observando, apresurados alrededor del borde del agua alcanzaron la orilla opuesta a tiempo para saludar al Maestro cuando llegó.

La tentativa de escapar de la multitud falló. ¿Qué hizo Jesús ? Él podría haber ordenado a sus discípulos navegar en el barco nuevamente hacia el centro del lago de modo que allí pudieran descansar. Pero él no hizo esto, y las Escrituras lo explican. Leemos: “Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas” (Marcos 6:34). Esto era en un momento cuando él estaba cansado, necesitando descanso. Pero su compasión para la multitud no permitía que él descansara. Después de enseñar a la multitud muchas cosas, él entonces realizó ese milagro maravilloso de alimentarlas multiplicando los panes y pescados.

¿Cómo puede cambiar nuestra actitud hacia el servicio del Señor comparándolo con esto? ¿Servimos a Señor simplemente cuando es conveniente, y cuando nos sentimos obligados a ello? ¿O estamos dispuestos a renunciar al descanso necesario, a dejar de lado nuestros planes personales, y no hacer caso a las preferencias propias, porque nuestra compasión para quienes tenemos responsabilidad y el privilegio de servirlos nos obliga a que nos neguemos a nosotros mismos sacrificando la carne y sus intereses? Esta era la actitud de Jesús. El era en verdad un “varón de dolores” (Isaías 53:3), no a causa de sus propias circunstancias en la vida, sino debido a su compasión por la enfermedad del pecado del mundo.

En el versículo más corto de la Biblia se menciona que “Jesús lloró.” (Juan 11:35). Esto ocurrió cuando estuvo al lado de la tumba de su amigo Lázaro. Rodeado de los parientes y demostrando que la gran enemiga, la muerte continuaría demandando a sus víctimas durante mucho tiempo para traer dolor y sufrimiento, el corazón compasivo de Jesús fue abrumado.

CELOSO

El celo por la casa de su Padre consumió a Jesús (Salmos 69:9). El dijo: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar” (Juan 9:4). Así también dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34). Más adelante, entre las sombras de la cruz, Jesús en oración le dice a su Padre Celestial: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” Juan 17:4

Esta declaración fue hecha por Jesús con el conocimiento que su ministerio había sido completado. Continuaba siendo probado. Era necesario soportar las burlas y azotes. Aún estando colgado en la cruz, atestiguó lo concerniente a su Reino venidero y a las condiciones del paraíso que serían restauradas para todo el mundo. Finalmente, cuando el último aliento de fuerza lo dejaba, miró hacia arriba a su Padre y dijo: “Consumado es” (Juan 19:30). “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, mi vida. Lucas 23:46

Fielmente, incluso bajo la muerte, este regalo indecible de Dios había mostrado todos esos aspectos realizados a la perfección, la suma de los cuales había hecho de él, enteramente el Unigénito Amado. En su muerte se cumplió la realización más grande, porque proporcionó una oportunidad de vida a todos los que creyeran en él. Fue por esto que el Padre Celestial había enviado a su Hijo al mundo y ahora Jesús había justificado la Verdad de su Padre en él.

Así pues, cuando pensamos en el nacimiento de Jesús, recordemos que habría nacido en vano, a menos que de buena voluntad Él dispusiera el día en que su vida perfecta se manifestara en su nacimiento. Agradezcamos a Dios por el nacimiento de Jesús, pero busquemos su misericordia, dirección y ayuda por el mérito de su vida sacrificada. Regocijémonos con el nacimiento del regalo indecible de Dios, recordemos que nuestro tiempo privilegiado de vida debe emular a Jesús en obediencia y devoción; en oración; en lealtad a la Palabra de Dios; resistiendo las tentaciones; en humildad; en la sumisión a la voluntad del Padre y en una compasión que comprenda el gemido de toda la creación. ¡Como Jesús, el celo por la casa de nuestro Padre, debe continuar consumiéndonos hasta que lo último de nuestra energía sea dedicada a su trabajo y gloria!



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba