LECCIONES DE ESTUDIO DE LA BIBLIA INTERNACIONAL

No hay Ningun Justo

Versículo clave: “Como está escrito: No hay justo ni aún uno”
—Romanos 3:10

Escritura seleccionada:
Romanos 1:16-20;
3:9-20

ESTA LECCIÓN COMIENZA con el apóstol Pablo predicando el mensaje del reino de Cristo a la gente en Roma, la capital del mundo en esos días. Aunque había mucha filosofía pagana enseñada en aquel tiempo, él no se avergonzó de predicar el Evangelio de Cristo como le había sido revelado. Realmente esto era el poder de Dios para la salvación a todos los que tenían oídos para escuchar las maravillosas palabras de vida. Él indica que había sido dada a los hijos de Israel una relación privilegiada con Dios, pero agrega que los gentiles también vendrían a conocer a nuestro Señor Jesús y el poder de su salvación.

Pablo explica que la justicia de Dios es revelada por la fe. Indica que Dios se extendería, a una clase fiel de creyentes, con una bendición muy especial a los que responden al supremo llamado (Filipenses 3:14). Este tiempo especial sería durante la presente edad del Evangelio. Luego dirige nuestra atención a las palabras proféticas de Habacuc, escritas siglos atrás, “más el justo por su fe vivirá” (Habacuc 2:4; Romanos 1:17)

El apóstol también nos recuerda (Romanos 3:9,10) que si somos judíos o gentiles, somos nacidos todos en el pecado, y que no hay, por lo tanto, una persona justa entre nosotros (Salmos 51:5), sin embargo, podemos recibir una justicia o justificación por nuestra fe, en mérito al sacrificio de Jesús el cual se dio en nuestro lugar. Él explica: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). Reconocemos que es por nuestra fe en Jesús que obtenemos esta relación muy especial. Además, la importancia de la vida perfecta de Jesús es reconocida por su sangre preciosa que fue derramada por nosotros. Pablo acentúa la importancia de esta sangre cuando escribe: “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (vs. 9). La ira de la que él habla es una referencia a la sentencia de muerte. La entera familia humana será liberada de esta condenación durante el futuro reino de nuestro Señor.

Girando nuestra atención a la Ley del Convenio, y la declaración del apóstol acerca de ello, en esta lección, leemos: “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; ya que por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:19,20)

El favor especial de Dios era a los hijos de Israel, y esto incluía el darles La ley del Convenio. Esto prometía la vida a los que podrían guardarla, y ser justificados por ella. Jesús, que fue nacido judío y bajo La Ley, era el único que la guardó. La ley del Convenio fue dada para mostrar a toda la humanidad su imposibilidad de poder guardarla y que nadie era digno de la vida eterna. Ellos necesitaban un Salvador.

“Pero ahora aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (vss. 21,22). Nadie es justo, y ninguno puede guardar la ley de Dios por sus propios méritos debido al pecado. Sin embargo, realmente somos bendecido con la seguridad que en la maravillosa providencia de Dios podemos ser justificados por nuestra fe en Jesús, y tener una l relación muy especial con nuestro Padre Celestial.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba