ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

La fuerza que viene de Dios

Versículo clave: “Porque Jehová el Señor me ayudará; por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y se que no seré avergonzado”
—Isaías 50:7

Escritura seleccionada:
Isaías 49:5, 6; 50:4-9

HABLANDO PROFÉTICAMENTE del Mesías en su Primer Advenimiento, Isaías reconoce a Dios como su instructor. “Jehová el Señor me dio lengua de sabios para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios” (Isaías 50:4)

A lo largo de su ministerio, Cristo contó con su Padre Celestial para cada tarea que emprendía. Inmediatamente después de su bautismo él fue lleno del Espíritu Santo y recibió de Dios instrucciones acerca de su misión en la tierra. Mientras ayunaba en el desierto, meditaba en las Escrituras para aprender cómo él iba a cumplir las profecías que hablaban de su ministerio (Mateo 4:1,2 )

La oración le permitió a Jesús recibir la fuerza para hacer la voluntad de su Padre. Antes de seleccionar a los doce apóstoles, Jesús oró a su Padre toda la noche para determinar cómo esta tarea crucial sería ejecutada. Cuando él dio su sermón con respecto a las actitudes a ser manifestadas por sus discípulos, la sabiduría y visiones que recibió eran claramente manifiestas.Lucas 6:12,20

Jesús no dejo de proclamar las buenas nuevas de su futuro reino de bendiciones para la humanidad, aunque éste mensaje no fue bien recibido por los escribas y fariseos. “Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás.” (Isaías 50:5) Él sufriría la vergonzosa y horrenda muerte de crucifixión por Israel debido a la condenación de éste pueblo por su fracaso en guardar el convenio de la Ley. —Juan 3:14,15; Gálatas 3:13,14

En su noche final en la tierra, Jesús soportó muchos sufrimientos mientras se sometía a la voluntad de su Padre. La fuente de su fuerza era el conocimiento que Dios estaba brindándole por su fidelidad soportando ésta dolorosa experiencia. “Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos” (Isaías 50:6)

Después que fue sentenciado a muerte, muchos pensamientos debe de haber tenido en su mente. Israel no lo recibió como su Mesías. Pedro lo había negado y Judas lo había traicionado. La tarde anterior los apóstoles estaban discutiendo sobre quien de ellos sería el mayor. —Lucas 22:24

Nuestro versículo clave ilustra la actitud mental de Jesús cuando él caminaba hacia el Gólgota. Al cumplimiento de la profecía habla a las hijas llorosas de Jerusalén y finalmente es inmolado en la cruz (Lucas 23:27,28). Cristo pudo soportar todas las experiencias difíciles contenidas en la copa que se vertió. (Juan 18:11). La fuente de su fuerza era su confianza total en el Padre celestial.

Cada seguidor de los caminos del Maestro debe aprovechar la fuerza de las promesas preciosas de la Escritura para sostenerse en gracia con éxito “él que dice que permanece en él, debe andar como el anduvo” —1 Juan 2:6



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba