DOCTRINA Y VIDA CRISTIANA

El gozo como fruto del Espíritu

“Mas el fruto del espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”
—Gálatas 5:22, 23

LA BIBLIA es un libro que invita a la meditación y a la reverencia. Su contenido es serio y sobrio. Su mensaje trata principalmente de la existencia de la humanidad en el transcurso del tiempo; una existencia que ha sido casi en su totalidad de sufrimiento, lamentaciones y muerte, excepto por un periodo breve de tiempo de gozo y tranquilidad en el jardín de Edén antes de la entrada del pecado en el mundo. Los diferentes rasgos de la creación angelical que existían antes de que fuese creado el hombre no estaban apesadumbrados, desanimados, deprimidos o malhumorados. Estas palabras no existían en el vocabulario de las criaturas de Dios en ese tiempo.

Hallamos en las Sagradas Escrituras ejemplos del gozo que existía antes de la creación del hombre. Dios preguntó a Job “¿Donde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia” (Job 38:4) Por supuesto al momento de crear Dios los cielos y la tierra Job todavía no había nacido. A medida que Dios continua hablando con Job describiendo el gran trabajo que demandó la preparación de la tierra para ser el hogar del hombre, Jehová hizo mención de la reacción de los ángeles frente a su obra creativa con las siguientes palabras, “¿Cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?” Job 38:7

Fue aquella una ocasión de verdadera felicidad. Aquel importante evento es mencionado en el capitulo ocho del libro de Proverbios. Allí Jesús en su existencia prehumana como el Logos es presentado como la sabiduría de Dios por medio de la cual llevó a cabo su obra creativa. Se hace referencia a su creación antes que la tierra fuese. (Proverbios 8:23)

También se describe ahí la obra que él hizo junto al Padre y del gozo que tuvo al participar en la creación de todas las cosas.

“Con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo. Me regocijo en la parte habitable de su tierra; y mis delicias son con los hijos de los hombres” (Proverbios 8:30, 31). Notemos las palabras delicias y regocijo como descriptivas de lo que aconteció antes de la aparición del jardín del Edén había felicidad en los cielos dado que la creación de Dios fue hecha gozosa. Esta descripción de los cielos antes de la caída del hombre no debería darnos la falsa impresión que los cielos eran un lugar frívolo y lleno de hilaridad.

Esa no es la descripción correcta de gozo. Gozo se define como la emoción provocada por la contemplación de lo bueno. La melancolía o tristeza no podía estar presente en los cielos pues ella es producto de aquello que se opone a Dios.

El concepto de gozo, sin embargo no debería ser distorsionado. Muchas veces se le usa como sinónimo de felicidad. El gozo o felicidad de uno no debería ser a costa de la infelicidad o dolor de los demás. Existe una felicidad verdadera y una falsa. Los inicuos pueden sentirse felices o alegres del mismo modo que los que obran lo correcto. Sin embargo, la diferencia entre los dos estriba en que cada uno de ellos se regocija en eventos y cosas totalmente opuestas. El punto puede ser aclarado al considerar varios textos.

En Proverbios 6: 16-19 se nos da una lista de las cosas que odia Dios: “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos” Los inicuos podrían sentirse complacidos en practicar tales cosas, mientras que los justos se sentirían no menos que perturbados con solo verlo. Dado que el mundo esta bajo el poder del inicuo, no nos debe sorprender que hoy en día que éstos se sientan felices al hacer cosas abominables como se nos confirma en Malaquías 3:15 donde leemos: “Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon”

No debemos de concluir de las palabras de Malaquías que los justos no encontrarán felicidad en este mundo malo. Existe muchas maneras como ellos pueden ser felices. Unos cuantos ejemplos tomados del libro de los Proverbios son los siguientes: “El entendido en la palabra hallara el bien, y el que confía en Jehová es bienaventurado” Proverbios 16:20. “Mas el que guarda la ley es bienaventurado” Proverbios 29:18. “Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado” Proverbios 14:21. “Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia” Proverbios 3:13

Todas estas formas de como los justos pueden alcanzar la felicidad están resumidas en las palabras de nuestro Señor registradas en el capitulo trece de Juan, y que fueron pronunciadas al momento que lavaba los pies de sus discípulos:”Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió” Juan 13:13-17. Note el agudo contraste con la afirmación de Malaquías que leímos: “Bienaventurados son los soberbios”. .

La lección de humildad es más importante para nuestro desarrollo cristiano de lo que nos imaginamos. Cuanto más practiquemos la humildad, más felices seremos. Un requisito adicional para ser felices de verdad es reconocer a nuestro Padre Celestial como Supremo en el universo. Como Jesús dijo, no es superior el enviado con respecto al que lo envío. Satanás rehusó reconocer la soberanía de Dios y como consecuencia introdujo el pecado y la muerte en el mundo. Así ocurrió que el gozo que una vez llenó el cielo y la tierra: desapareció. La tierra se convirtió en un lugar de llanto, tal como esta descrito en el Salmo 30:5 “Porque un momento será su ira pero su favor dura toda la vida. Por la noche durara el lloro, y a la mañana vendrá la alegría”

“La noche” representa el tiempo durante el cual los frutos del espíritu como son el gozo, la fe, la humildad, el amor, la esperanza y la paz estuvieron ausentes del común de la gente (Gálatas 5:22, 23) Sin embargo, el hombre fue originalmente formado a la imagen moral de Dios y como tal fue dotado de estas cualidades. Nos alegra percibir que estos elementos del carácter humano no han sido por completo borrados de la mente del hombre.

Al considerar nuestras experiencias cotidianas necesitamos tener presente que como descendientes de Adán nacemos en pecado y como tales estamos obligados a aceptar la aflicción y el lamento como parte de nuestra herencia. Esto no fue así con Jesús. Durante su existencia prehumana como el Logos el era constantemente y en todo momento el deleite de su Padre. Dios se regocijó en su hijo maravilloso, y este a su vez se gozaba en su Padre amoroso. Por lo tanto cuando Jesús vino a la tierra lo que hizo fue compenetrarse con la naturaleza y las experiencias humanas. De allí es que vino a ser “varón de dolores, experimentado en quebranto”. Isaías 53: 3

En Isaías 52:9,10 y 53:1 el Mesías es llamado “el brazo de Jehová”. Israel esperaba la aparición de un Mesías que lo habría de redimir. Sin embargo, este hizo su aparición no como un poderoso rey, sino como un hombre humilde, dispuesto a llevar sobre si el dolor y las enfermedades de la gente, el mismo que finalmente fue muerto en la cruz. El dio su vida a fin de que no solo Israel sino el mundo entero pudiesen alcanzar la vida. Así al convertirse en el redentor del hombre, Jesús quien nunca había experimentado sufrimiento alguno vino a estar plenamente identificado con el dolor y la muerte.

¿Por qué estaba Jesús dispuesto a sufrir todo esto? La respuesta nos da el apóstol Pablo en Hebreos 12:2 y tiene que ver precisamente con el gozo. Leemos: “puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. Algunos pueden pensar que el gozo puesto delante de Jesús no era otra cosa que la naturaleza divina. Sin embargo Jesús no estaba pensando en la naturaleza divina cuando oró al Padre antes de su crucifixión, tal como se registra en Juan 17:4 “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” Jesús buscaba estar otra vez al lado del Padre compartiendo con El su gloria. Ese era su gozo. Sabiendo que el gozo es la emoción, producto de espectar el bien, aquel gozo puesto delante de Jesús, debió ser también producto de su conocimiento de las grandes bendiciones futuras que habría de venir a la humanidad obediente.

Quienes hemos sido llamados para ser los seguidores de las pisadas del Señor deseamos ver en él nuestro ejemplo a seguir. Esto significa que mientras tengamos que vivir en un ambiente de adversidad lleno de enfermedades, dolor y lamento, nuestro gozo debe prevalecer debido a que las perspectivas del gran bien que habrá de venir pronto.

Las escrituras ponen en claro que la puesta en práctica de lo que es correcto y noble puede como consecuencia traer a veces padecimiento mental y corporal. Hay muchas maneras en que esto tiene lugar. Una de las formas como sufrimos por causa de la justicia es en la angustia y congoja provocada por toda la injusticia que nos rodea. Tal sufrimiento es consecuencia directa de nuestra adhesión a los principios rectos pregonados y puestos en práctica por Cristo. El también tuvo que padecer por causa de la justicia, con la diferencia que él estaba más al tanto de la injusticia e iniquidad que nosotros. El podía fácilmente reconocer su presencia en la hipocresía de los escribas y fariseos. A diferencia de Jesús quien había vivido en un ambiente recto antes de venir a la tierra, nosotros hemos tenido que aprender la justicia con gran dificultad, luchando con nuestras propias imperfecciones contra la maldad. Jesús siendo perfecto cargó con nuestros pecados y debilidades. A diferencia de él nosotros nunca hemos conocido la perfección, es decir la completa ausencia de dolores y enfermedades. Para la humanidad lo normal ha sido convivir con la injusticia, el sufrimiento y el dolor debido a la condena mortal que descansa sobre nosotros.

En nuestro derrotero cristiano es de esperar experiencias y aguantes (Hechos 14:22) debido a nuestra fe. Al igual que lo acontecido con el Señor Jesús, éstas no se presentarán todos los días. El cuadro que se ha pintado de Cristo ha sido por mucho tiempo el de un hombre en constante sufrimiento y agonía. Eso es incorrecto. Algunos han llegado al extremo de pensar que Jesús nunca sonrió. Este es un grave error que lleva a engaño porque Jesús claramente nos dijo en Mateo 6:16, “Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”.

Nótese que un rostro demudado con apariencia de sufrimiento es signo de hipocresía. Más aun, todos deberíamos de cuidarnos de que nuestras cargas cotidianas no provoquen en nuestros rostros un aspecto demudado y lastimero. Jesús claramente indicó que al contrario, debería ser la norma “Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”(Mateo 6:17,18)

Este erróneo concepto de la necesidad de mostrar un rostro lastimero y demudado fue introducido en la edad media cuando el adversario suprimió la verdad de la palabra de Dios y la reemplazó con la ignorancia y la superstición.

Monjes religiosos de esa época propalaron la idea de que el rostro demudado por el dolor era una forma necesaria de piedad. Así, para contrarrestar su disposición normal a ser joviales se hizo popular el uso de los cilicios, donde en los cabellos se colocaban espinas ceñidas a la piel. Esto provocaba un gesto de dolor o malestar. Este aspecto lastimero fue un acto hipócrita como resultado de la creencia equivocada en la existencia de un infierno de fuego y tormento que se hizo popular en la iglesia de la edad media. Este error doctrinal tomo tanto cuerpo en la iglesia que muchos hombres fieles y sinceros creyeron que tal tipo de aflicción y dolor físico era el único camino al cielo. Su dios resultaba ser uno que destinaba a sus criaturas desobedientes al tormento eterno.

Mas se parecía al dios de los escribas y fariseos en los días de Jesús quien los identificó con el mismo diablo. Nos alegra saber que nuestro Dios y Padre es el amoroso y sabio autor del Divino Plan de las Edades, así como que el sufrimiento, el dolor, el lamento y demás pesares son experiencias temporales que han de ser reemplazadas por gozo. Nos alegra saber que el Padre por medio de su palabra nos dice sin lugar a dudas que es bueno estar feliz, del mismo modo que un padre aconsejaría a su hijo.

Si el gozo será la experiencia predominante de la nueva Edad, entonces debería ser nuestra desde ahora. En Romanos 13:13 el apóstol Pablo nos amonesta “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia”. Las esperanzas y perspectivas del reino son un real motivo de gozo para el pueblo de Dios.

Debemos regocijarnos en esa esperanza. (Romanos 12:12) No importa cuan difícil sea el camino por delante o cuantas pruebas tengamos que soportar y pasar; nuestra actitud debe ser igual a la que Jesús tuvo y que el apóstol Pablo calificó como de gozo. Sabemos que ese gozo fue lo que hizo posible la vida del Señor Jesús, de tal suerte (Si podemos usar este vocablo) que su aparición fue radiante y gozosa. Cuantas veces les dijo a sus discípulos, “Tengan ánimo”. No podemos imaginarnos a Jesús diciendo estas palabras con un rostro adusto o triste. Mas aun, cada vez que Jesús dijo, “Tengan ánimo” lo hacía ofreciendo una actitud o palabra de estimulo. No era una expresión vacía o un estereotipo.

Jesús estaba viviendo como si ya estuviese vivo en “aquel futuro día” respirando el espíritu de “aquel día”, y por vivir así fue criticado. En Mateo 9:9-15 se describe un incidente donde Mateo el publicano fue invitado a seguir a Jesús. El preparó una cena para Jesús y sus discípulos. También invito a sus amigos (posiblemente como un gesto de despedida). El relato dice: “Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos y le dijo: Sígueme, se levantó y le siguió. Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publícanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de medico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo esta con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán”

Nadie debe suponer que en aquella ocasión (o en las bodas de Caná de Galilea), Jesús hizo feliz el acontecimiento solo con su presencia; o que él se sentó en un rincón con un rostro triste o melancólico mientras que los demás estaban alegres disfrutando de la ocasión.

Si esto hubiera sido así Jesús no habría sido criticado como se registra en Mateo 11:16-19 “Mas ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis. Porque vino Juan que ni comía ni bebía, y dicen: demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe y dicen: He aquí un hombre comelón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos”. El tenía mucha compasión por los pobres y afligidos, y se sentía tremendamente feliz de poder traer felicidad para ellos. El brindó su vida a fin de traer felicidad a la humanidad. Le hacia feliz saber que el pecado y la muerte serían reducidos a la nada por el reino de Dios.

De todos los gozos que Jesús tuvo, el que le deparo mayor satisfacción fue hacer la voluntad de su Padre. Posiblemente el momento mas gozoso mientras estuvo sobre la tierra tuvo lugar en el río Jordán. Después de ser inmerso por Juan El Bautista los cielos se abrieron y una voz se escuchó que dijo: “Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). Por lo tanto Jesús estaba gozoso en su ministerio porque este significó hacer la voluntad de su Padre. Una vez, cuando Jesús fue urgido a comer, dijo, “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34). El no dijo esto como dando a entender que el comer le era algo desagradable. Cuando una persona come algo sabroso lo hace gozosamente porque su gusto es agradable. Para Jesús el hacer la voluntad de su Padre era un alimento agradable que él ingería con gozo. Si tenemos el gozo de Jesús estaremos dispuestos a mostrar aguante hasta el final de nuestras vidas como él lo hizo.

Pedro describió muy bien la actitud de todos los seguidores de Jesús cuando escribió en 1 Pedro 3:14 lo siguiente “Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ello, ni os conturbéis” Jesús fue mas enfático al respecto, en Lucas 6:22, 23 dijo: “Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas” el mundo no puede entender la fuente de nuestra felicidad y nadie puede entrar en el gozo del Señor si aquel no ha sido engendrado del Espíritu Santo. De allí que cualquiera y cada una de las experiencias conducen al gozo al ver que Dios está trabajando en nosotros así como en nuestro derredor.

Los discípulos del Señor han aprendido estas lecciones muy bien. El gozo del Señor ha venido a ser el gozo de ellos. Esto ha permitido que ellos soporten con gozo todo tipo de pruebas.

Cuando Pablo y Silas fueron golpeados, echados en prisión y colocados en cepos, ofrecieron a cambio cánticos de alabanza a Dios (Hechos 16:19-25). Sus experiencias hicieron que Pablo amonestará a sus hermanos “bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis” (Romanos 12:14). En otra ocasión, al relatar sus sufrimientos y aflicciones, Pablo dijo como él se había sentido: “Como entristecidos, mas siempre gozosos” (2 Corintios 6:4-10) Pedro también, al relatar sus pruebas dijo: “Sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo…Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados” (1 Pedro 4:13,14). Y Santiago nos dice “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Santiago 1:2)

Pero las dificultades y las pruebas pronto llegarán a su fin para la iglesia y el mundo. Pronto la noche de pecado llegará a su fin y gozo ha de llegar en la mañana del reino de bendiciones de Dios.

La Biblia podría ser un libro triste si no conociéramos el Plan de Dios. En cambio es el libro más gozoso. El Antiguo Testamento nos habla de la gran tarea creadora de Dios en proveer un hogar feliz para la humanidad. Aquel termina con la profecía que nos habla sobre “El sol de justicia que se alzará con sanidad debajo de sus alas” (rayos), para sanar al mundo de toda su miseria y dolor. El Nuevo Testamento empieza con el nacimiento de Nuestro Señor como el Salvador y Redentor del hombre (y los Ángeles proclamando, buenas nuevas que serán para todo el pueblo), y termina con una descripción de las realidades del reino maravilloso cuando no habrá mas condena y la tierra será restaurada como un lugar feliz… Alabemos a Dios, el Padre y su Hijo quienes harán posible que el gozo no desaparezca jamás.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba