LECCIONES DE ESTUDIO DE LA BIBLIA INTERNACIONAL

Calidad de liderazgo

Versículo clave: “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”
—1 Samuel 16:7

Escritura seleccionada:
1 Samuel 16:1-4, 6-13;
2 Samuel 7:8-16

SAÚL, EL PRIMER REY DE Israel, había perdido la fe en Dios, y Samuel fue enviado a Isaí de Belén para ungir a uno de sus hijos para que sea el nuevo rey de Israel (1 Samuel 16:1). Samuel temía ungir otro rey mientras Saúl estuviera aun en el trono, considerando esto como traición, y que su vida estaría en peligro. El SEÑOR le ordena a Samuel que lleve una vaquilla y que haga un sacrificio para el SEÑOR y para ungir a uno de los hijos de Isaí. En esto, el SEÑOR proporciona un plan en el que el sacrifico de un animal y la comida sean parte de la unción de un rey.

Samuel fue a Belén y los ancianos lo recibieron temerosos y preguntaron: “¿Es pacifica tu venida? Samuel respondió: “Si vengo a ofrecer sacrificio a Jehová, santificaos y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamo al sacrificio” (vers. 4-5).

Mientras Samuel miraba a los hijos de Isaí, él vio a Eliab y pensó, con seguridad que éste es. Cuando el hombre busca un líder, busca uno alto, apuesto, como un soldado. Esta es la diferencia entre Dios y el hombre. El SEÑOR le dijo a Samuel: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que esta delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”. ¡Cuán importante es el corazón! Dios toma en cuenta el corazón, la voluntad y el carácter de una persona.

Aquí viene una buena lección. Lo que vemos en la humanidad es exterior, porque solamente Dios puede leer los corazones. “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8,9). El tipo de rey que Dios estaba buscando tendría que tener las cualidades de humildad, sabiduría y obediencia. Nuevamente, Isaí hace pasar a sus siete hijos frente a Samuel quien le dice: “Jehová no ha elegido a éstos” (1 Samuel 16:10). Samuel pudo haber imaginado lo que Dios tenía en mente. Él preguntó a Isaí: “¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y Dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga” (ver. 11).

Cuando él vio a David, vio a un muchacho joven, rubicundo (mejillas coloradas y tez clara), bella apariencia y agradable a la vista. ¿No es esto raro? Acabamos de decir que Dios no se fija en la apariencia externa. Este es el único, dijo el SEÑOR. “Levántate y úngelo, porque éste es” (ver. 12). Después que Samuel lo había ungido, el Espíritu del SEÑOR descendió sobre David desde ese día en adelante. El hombre solamente veía a David como a un muchacho, sin ver lo que Dios vio.

El rey que Dios estaba buscando era uno humilde y dócil, uno que fuera un ejemplo de líder, obediente y digno de confianza. David personifica a nuestro Señor Jesucristo. El profeta Natán dio una bella profecía respecto de la prole de David. Él no tuvo en mente a Salomón, pero si a Jesucristo, cuyo reino y trono sería por siempre (2 Samuel 7:12-17).



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