LECCIONES DE ESTUDIO DE LA BIBLIA INTERNACIONAL

Convirtiéndonos en una familia

Versículo clave: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.”
—Efesios 2:19

Escritura seleccionada:
Efesios 2:11-21

EL MENSAJE DEL EVANGELIO DE Cristo fue inicialmente predicado a los judíos por Jesús y los Apóstoles. Después, empezando con la conversión de Cornelio (ver Hechos Capítulo 10), los gentiles también recibieron la prédica del Evangelio. La carta de Pablo a los Efesios fue dirigida en su gran parte a una audiencia de gentiles. En la lección de hoy día, él primero recuerda a los hermanos de Éfeso que en un tiempo ellos no estuvieron en la relación de pacto con Dios. Él dice: “Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.” (Efesios 2:11,12). Sin embargo, esto cambió totalmente como resultado del Primer Advenimiento de Cristo. Su muerte fue como un rescate por el padre Adán. Ya que las entrañas de Adán contenían toda su futura progenie, judíos y gentiles, podemos ver la muerte de Jesús como un rescate por Adán, y así asegura la esperanza de vida para toda la humanidad. Ciertamente, como Pablo dijo: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” (1 Corintios 15:22).

Este mensaje de esperanza fue una alegría especial para los gentiles, porque ellos nunca antes habían sido considerados como parte de la familia de Dios. Al explicar la razón de esta alegría, Pablo dice: “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.” (Efesios 2:13). En los versículos 14-18 de nuestra lección, él explica además la nueva unidad de la disposición de la familia en Cristo. En el versículo 14, él dice: “Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación” entre los judíos y los gentiles, la barrera que los mantuvo separados. Parte del proceso de derribar esta pared fue el hecho de que Jesús estableció una ley superior, una ley de amor, que eliminó, para los judíos que se acercaran a Cristo, la necesidad de someterse a la “Ley de los Mandamientos expresados en ordenanzas” (ver. 15). Pablo también habla en estos versículos de la paz que resulta de la sangre de Cristo. Primero, su sangre trajo la paz con Dios (ver Romanos 5:1) a todos aquellos que creyeron, sean judíos o gentiles. Segundo, esta paz con Dios que fue mutua y equitativa, compartida por todos quienes pusieron su fe en la sangre de Jesús, puso a los judíos y gentiles en igual condición, llevando así la paz a su relación de los unos con los otros. En Cristo, los judíos pudieron fraternizar con los gentiles, y los gentiles con los judíos, porque todos ellos eran de igual posición en él, todo esto comprado con su sangre. Tan completa fue esta paz y esta unidad de la familia de Dios, que Pablo además dice que todos ellos tienen ahora “entrada por un mismo Espíritu al Padre” (ver. 18).

En el versículo clave, Pablo resume el asunto de los gentiles usando el simbolismo de la ciudadanía. Mientras en un tiempo ellos fueron considerados como ‘extranjeros’, ahora ellos son ‘conciudadanos’ de la casa de Dios. Él concluye su lección usando el ejemplo de una construcción, describiendo maravillosamente sus diversos aspectos, todos los cuales, trabajando juntos y en armonía, llevan honor y gloria al Padre Celestial. “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor.” (Efesios 2:20,21).



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba