LECCIONES DE ESTUDIO DE LA BIBLIA INTERNACIONAL

El Poder para la Liberación

Versículo clave: “Así que disponte a partir. Voy a enviarte al Faraón para que saques de Egipto a los Israelitas que son mi pueblo.”
—Éxodo 3:10 (NVI)

Escritura seleccionada:
Éxodo 3:1-12

MOISÉS HABÍA QUERIDO ayudar a su pueblo, Israel, cuando fue criado en la corte del Faraón por la hija del Faraón. A la edad de cuarenta años, él dio muerte a un capataz egipcio y luego tuvo que huir de Egipto cuando se supo del asunto. Él vivió en la tierra de Madián y se refugió en la casa de Jetro. Él vivió ahí durante cuarenta años hasta que en una ocasión, al cuidar el rebaño de Jetro, vio una zarza ardiente que no se consumía. Al aproximarse a ver lo que pasaba, un ángel del SEÑOR, como portavoz de Dios, lo llamó y le dijo que era el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Le dijo a Moisés que él había visto la aflicción de Israel y que había escuchado su llanto. Él los iba a liberar. Como nuestro versículo clave dice: Dios le dijo a Moisés que él lo enviaría ante el Faraón para pedirle que libere a los hijos de Israel.

Moisés fue abrumado con todo esto y empezó a hacer muchas preguntas. Primero dijo: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel.” (Éxodo 3:11) Cuando Dios le aseguró que él estaría a su lado, Moisés preguntó ¿cómo sabría el pueblo de Israel que el Dios de sus ancestros lo ha enviado? Ellos preguntarían: “¿Cuál es su nombre? ¿Qué les responderé?” (vers. 13) Dios le explicó que él era el gran “YO SOY EL QUE SOY” y que este es su nombre (ver. 14) Él también le dijo a Moisés que vaya y reúna a los ancianos de Israel para hablarles acerca de su plan de liberación y que ellos serían llevados a la tierra de Canaán. Ellos debían ir ante el Faraón pero él no les permitiría irse. Dios le dijo a Moisés que seria necesario que él golpee a Egipto con toda clase de maravillas. Finalmente, el Faraón les permitiría irse y ellos no se irían sin nada. El pueblo de Egipto les daría de su oro y de su plata.

Moisés dijo: “He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz” (cap. 4:1) Así, el SEÑOR le daría señales para que las lleve a cabo como prueba de que él era enviado por Dios. La primera señal fue que Moisés arrojaría su vara y esta se convertiría en una serpiente. Luego, él debía levantar la serpiente por la cola y esta se convertiría en una vara. (vers. 2-5) Esto mostró cómo todo el mal del mundo se debe a que Dios ha dejado de ejercer su autoridad en la tierra. Al tomar posesión de la serpiente, la autoridad de Dios debe ser reestablecida cuando el mal sea sometido en su reino (Apocalipsis 20:2).

Si ellos no aceptaran esa señal, una segunda señal debería ser dada por Moisés poniendo su mano en su pecho y retirándola ésta se volvería leprosa. Luego, al poner la mano leprosa en su pecho, ésta aparecería completa y sana (vers. 6-8). Esto simbolizaba el poder Divino de Dios sin pecado (como lo fue Jesús). Este poder se manifestaba entonces seleccionando, de la humanidad llena de pecado, un pueblo para su nombre. Finalmente, se manifestará como el Cristo glorificado.

En el caso que el Faraón no aceptara aquellas dos señales, una tercera señal fue dada a Moisés. Él debía tomar el agua del río y vaciarla sobre tierra árida y esta se convertiría en sangre. Esta señal indicó que el agua de la Verdad es vista por la sociedad de la Tierra como si fuera sangre. La base para el Plan de Dios es el rescate en forma del sacrificio de Jesús como lo representa este derramamiento de sangre. El plan de salvación aparece como sangriento para el mundo.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba